Un hombre se acercó al filósofo Ramanuja y le pidió:
–Muéstreme el camino hacia Dios.
–¿Alguna vez te has enamorado de alguien?
–¿Enamorarme? ¿Qué es lo que el gran maestro quiere decir con eso? Yo me prometí a mí mismo que nunca me aproximaría a una mujer; huyo de ellas como quien intenta escapar de una enfermedad. Ni siquiera las miro: cuando pasan, cierro los ojos para concentrarme mejor en mi búsqueda espiritual.
–Procura regresar mentalmente al pasado e intenta descubrir si alguna vez, a lo largo de toda tu vida, hubo algún momento de pasión que dejase tu espíritu y tu cuerpo llenos de fuego.
–He venido hasta aquí para aprender a rezar, no los procedimientos para enamorarse de una mujer.
Ramanuja se quedó en silencio durante algunos minutos y, finalmente, dijo:
–No puedo ayudarte. Si aún no has probado el amor, nunca conseguirás sentir la paz de una oración. Por tanto, regresa a tu ciudad, enamórate y ven a buscarme de nuevo sólo cuando tu alma esté colmada de momentos felices.
–Muéstreme el camino hacia Dios.
–¿Alguna vez te has enamorado de alguien?
–¿Enamorarme? ¿Qué es lo que el gran maestro quiere decir con eso? Yo me prometí a mí mismo que nunca me aproximaría a una mujer; huyo de ellas como quien intenta escapar de una enfermedad. Ni siquiera las miro: cuando pasan, cierro los ojos para concentrarme mejor en mi búsqueda espiritual.
–Procura regresar mentalmente al pasado e intenta descubrir si alguna vez, a lo largo de toda tu vida, hubo algún momento de pasión que dejase tu espíritu y tu cuerpo llenos de fuego.
–He venido hasta aquí para aprender a rezar, no los procedimientos para enamorarse de una mujer.
Ramanuja se quedó en silencio durante algunos minutos y, finalmente, dijo:
–No puedo ayudarte. Si aún no has probado el amor, nunca conseguirás sentir la paz de una oración. Por tanto, regresa a tu ciudad, enamórate y ven a buscarme de nuevo sólo cuando tu alma esté colmada de momentos felices.
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