sábado, 30 de abril de 2011

AQUIÉTATE ...Y SABE...YO SOY DIOS...!!!!!


Es bueno que el mundo nos declare nuestra unidad con el Espíritu, pero es mejor que Dios nos lo revele. Hace mucho tiempo, el Salmista oyó estas palabras: “¡Callad, y sabed que yo soy Dios!” (Salmo 46:10, Versión Popular). Todo encuentro con el Espíritu es una experiencia que transforma la vida. Así debió ser para el Salmista, y así es para nosotros.
Nuestra responsabilidad es aquietarnos. Estas son palabras simples, pero para una persona activa en un mundo de rapidez, aquietarnos es un reto. Al entrar en la “actividad” de la quietud, hagámoslo con la idea de que cuando nos aquietamos, podemos sentir lo que ocurre perpetuamente dentro de nosotros.
Empieza a aquietarte al encontrar un lugar tranquilo y permitirte sentir la subida y caída del pecho. Esto sucede perpetuamente, pero usualmente no estás consciente de esto. Al aquietarte, empiezas a estar consciente de los procesos internos que suceden todo el tiempo.
Ahora permite sentir el latido del corazón. Al principio podrías poner la mano sobre el corazón o el dedo en un punto del pulso. Finalmente, quita la mano y siente el corazón latir en el cuerpo.
Ahora te preparas para sentir en el alma la actividad más profunda y serena del Espíritu. Descansa tranquilamente por unos momentos, y deja que el alma se vuelva sensitiva a cuanto ocurre dentro de ti. No anotes ningún pensamiento, sentimiento o imagen. Tu propósito ahora no es obtener resultados, sino ser fiel al proceso de estar quieto(a).

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