Aunque parezca increíble, en la escalera de la vida y algunos peldaños más abajo de ti, se encuentra escalando alguna persona con problemas y dificultades superiores a los tuyos. Hay personas que por una u otra razón creen haberlo perdido todo porque les fue quitada su casa, sus hijos, porque esa otra persona que aman se fue sin decir nada o quizá sienten que han muerto en vida porque su corazón se detuvo en algún punto del tiempo. A veces ellas se preguntan ¿Cómo se puede agradecer algo así? ¿Cómo puedo llegar a sentir la más mínima gratitud por una vida que aborrezco?
Si observas tu vida o la de cualquier otra persona te darás cuenta de que creces en medio de una colección de encuentros y desencuentros, de alegrías interrumpidas por tristezas, de personas que llegan y que después se alejan, de amores que dejaste, de amores que encontraste, de multitudes, de soledad, de cosas que se te dan y de algunas otras que se te quitan. Tu vida ha estado llena de preguntas que jamás han sido respondidas así como de respuestas que nunca pediste o que no creíste obtener. ¿Por qué la vida nos hace esto?
No es ella. Es la mente. Inconscientemente creemos que al no aceptar una situación, ella cambiará. Nos resistimos porque algo nos dice que en esa forma seremos felices, pero sucede exactamente lo contrario. Entre más rechaces tus pérdidas, ellas parecerán aumentar. Es por eso que hay momentos en los cuales sólo necesitamos decir: ME PERDONO POR LO QUE ESTOY SINTIENDO. ME PERDONO. ME PERDONO. ME PERDONO. Hay instantes donde esta frase logra una paz que quizás no se obtendría con ninguna otra.
No es necesario que esperes tanto tiempo para enterarte de que es en el vacío del no hacer, del no saber, o del no tener, del no pretender, del no esperar, es donde se encuentra lo que estás buscando. Una vez que sueltes tu necesidad de que tu vida sea diferente, encontrarás belleza en cualquier cosa que hagas porque habrás entendido que en el fondo del fracaso, la enfermedad, el miedo, la insatisfacción o el odio, duerme la paz y a veces tendrás que llegar hasta el fondo para encontrarla.
Perdonarte es un atajo.
Gracias por este día, gracias por lo que no puedo ver, ni entender, ni saber. Gracias por cada cosa que hago, por cada paso que doy, gracias Divinidad por tu guía. Este día doy gracias por mi vida y así es.
Dar las gracias por lo que tienes es otro atajo.
Regálarte la teleconferencia: perdón, curación y milagros es un acceso directo.
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