Después de muchos años de gobierno, el rey Arturo volvió a la presencia del mago Merlín, su instructor.
—Procuré seguir mi conciencia en todos los actos de mi gobierno —dijo. Espero que esté satisfecho.
—¿Cómo trataste a los que no creían en Dios? —preguntó Merlín.
—Con la severidad que merecen los incrédulos.
—¿Y a los que no honraban sus compromisos?
—Con la prisión, para no desmoralizar el trabajo de la gente honesta.
—¿Y cómo trataste a las prostitutas?
—Con represión, para evitar que el país perdiese la dignidad y la moral.
—No entendiste nada de lo que te enseñé, fue el triste comentario de Merlín.
—Tenías que haber ayudado a los más débiles, pero te limitaste a intentar agradar a los que actuaban bien.
PAULO COELHO
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