miércoles, 11 de mayo de 2016

METÁFORA DEL BUDISMO TIBETANO PARA EXPLICAR EL DESTINO



La vida es como un tren que viaja por unas vías que ya tienen su recorrido trazado. Con dos estaciones inevitables: una de salida, el nacimiento y otra de llegada, la muerte. Llegaremos a donde debamos llegar de acuerdo con el recorrido del tren en que nos hayamos subido, aunque no seamos totalmente conscientes de ello. El libre albedrío se manifiesta en cómo decidimos efectuar el trayecto. ¿Preferimos viajar en el vagón comedor o en el furgón de cola? ¿Vamos de vagón en vagón para conocer a los demás pasajeros?¿Vestimos con nuestras mejores galas, en ropa deportiva, o de cualquier manera? ¿Nos bajamos en una estación y perdemos el tren? Porque habrá que convenir que hay muchas formas de bajarse del tren…

La vida nos sorprende con momentos gratos que son independientes de las decisiones que tomamos y otras veces nos acecha con crisis profundas y oscuras. De nuestra actitud depende cómo transitar dichas crisis y cómo festejar los momentos felices.

VÍA PLANO SIN FIN

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