Ambos tienen miedo a la muerte y para no afrontarla temen a todo tipo de enfermedades que podrían llevarlos a la tumba. Esto los mantiene alerta, observándose constantemente, pendientes de cada nuevo síntoma. Buscando incesantemente la confirmación de que puede ser serio, aunque las pruebas diagnósticas siempre digan lo contrario.
Tal vez crecieron en un entorno en el que se potenció la interpretación negativa de cualquier signo corporal. Siguen viviendo con la angustia, el miedo o la ansiedad como compañeros de camino.
Los hipocondriacos desconfían de los médicos, creen que en cuestiones de salud nunca se les dice la verdad.
Un hipocondriaco sale de su laberinto cuando es capaz de reconciliarse con su propia muerte.
FUENTE: PLANO SIN FIN
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