"El sufrimiento es tu interpretación. Te has identificado mucho con él. Esa es tu decisión. Puedes desidentificarte y el sufrimiento desaparecerá. Tu sufrimiento es como una pesadilla: en tu sueño crees que una roca ha caído sobre tu pecho y que te está aplastando hasta la muerte. Debido a tu miedo despiertas... y todo lo que encuentras es nada: tus propias manos descansando sobre tu pecho. Pero el peso de tus manos desató tu imaginación: se convirtió en una roca, y comenzaste a sentirte muy, muy asustado. Y debido a tu miedo has despertado... y ahora ríes. Pregunta a los Budas, pregunta a los despiertos y te dirán que no hay sufrimiento en el mundo. La gente está profundamente dormida y sueña toda clase de sufrimientos.
Y yo entiendo tu dificultad; si tienes un problema físico, si estás ciego, ¿cómo puedes creer que se trata tan sólo de un sueño? Si estás lisiado, ¿cómo puedes creer que es sólo un sueño? ¿Pero no has observado?: todas las noches sueñas y todas las mañanas sabes que era un sueño lleno de disparates; y nuevamente soñarás, y nuevamente en sueños creerás que eso es la verdad...
Has soñado millones de sueños. Y cada mañana te has reído y te has dicho que eran irreales, pero no has aprendido gran cosa. Esta noche, nuevamente, cuando sueñes persistirá la misma falacia: creerás que eso es verdad, durante el sueño creerás que eso es verdad. El día que recuerdes durante un sueño que se trata de un sueño, inmediatamente desaparecerá el sueño... porque has traído consciencia a tu vida...
Esto es lo que te sugiero: tu problema no puede ser resuelto únicamente mediante una discusión intelectual; tu problema sólo puede disolverse, no solucionarse. Tu problema puede sólo disolverse haciéndote más consciente.
Uno de mis amigos, un viejo amigo, se cayó por unas escaleras y se rompió las dos piernas. Fui a verle; tenía un tremendo dolor. Y era una persona muy activa, a pesar de que era muy anciano -setenta y cinco años-, pero era muy activo, casi juvenil, y corría tanto detrás de aquello y de lo otro, haciendo esto y aquello, que le resultaba imposible permanecer en cama. Y los doctores habían dicho que tendría que permanecer en cama al menos durante tres meses. Esto era una calamidad todavía mayor que las dos piernas rotas.
Cuando le vi, comenzó a llorar. Nunca había visto llorar a ese hombre -es un hombre fuerte, un hombre muy fuerte, un hombre casi de acero que ha visto toda clase de cosas en su vida; es un hombre muy veterano-.
Le pregunté: ¡Tú, y llorando! ¿Qué pasa contigo?
- ¡Sólo bendíceme para que pueda morirme! -me respondió. No quiero vivir más. ¡Tres meses en la cama! ¿Te lo imaginas? Esto es una tortura...
- Yo le dije: Por favor, haz una meditación. Yo me sentaré a tu lado y tú haz una meditación muy simple: que tú no eres el cuerpo.
Estaba dubitativo. Dijo:
- ¿Qué es lo que eso me hará? He escuchado todo lo que dices acerca de la meditación, pero yo no puedo meditar porque no me puedo sentar en silencio.
Yo le dije: Ahora no es cuestión de sentarse en silencio: ya estás en la cama. ¡Esto es una bendición! Simplemente cierra los ojos y te enseñaré una meditación. Y te bendeciré para que mueras, porque si lo que quieres es morir pues entonces muy bien. Pero mi bendición puede funcionar o no, así que mientras tanto medita.
Él comprendió la cuestión: No hay nada que hacer... así que ¿por qué no meditar?
Le di una meditación muy simple: -Simplemente ve adentro de ti, mira tu cuerpo desde dentro y di: "No soy yo, el cuerpo está distanciándose, distanciándose, cada vez más lejos, más lejos, más lejos. Yo soy un observador en la colina y el cuerpo está ahí abajo, en el oscuro valle, y la distancia es inmensa".
Transcurrió una hora. Tuve que marcharme y él estaba en un estado de meditación tal que no quería molestarle, pero tampoco quería abandonarle porque quería saber qué estaba sucediendo, que es lo que diría. Así que tuve que sacudirle.
Él dijo: ¡No me molestes!
Dije: ¡Pero es que me tengo que ir!
- Puedes irte -me dijo-, pero no me molestes. ¡Es tan hermoso! El cuerpo está realmente yaciendo muy lejos, a kilómetros y kilómetros. Lo he dejado en el valle y yo estoy sentado en la cima de la colina, una colina soleada. Es muy hermoso y además no siento ningún dolor.
Esos tres meses resultaron ser los más valiosos de su vida. Esos tres meses hicieron de él un hombre totalmente diferente. Todavía está lisiado, no puede caminar, tiene que permanecer en cama la mayor parte del tiempo, pero no encontrarás una persona más feliz. Irradia felicidad. Ahora dice que no fue una maldición; que fue una bendición.
El sufrimiento puede transformarse en felicidad. ¿Quién sabe? Tú estás transformando tu felicidad en sufrimiento".
Osho, De la medicación a la meditación
http://osho-maestro.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario