"Para la salvación de los justos y la destrucción de aquellos que hacen el mal, para el firme establecimiento de la justicia, Yo vuelvo a nacer Era tras Era". Así dice el bien conocido pasaje del Bhagavad Gita (traducido por Pravhavananda e Isherwood) poniendo en palabras la esperanza eterna en el corazón del hombre..
En este libro la reaparición de Cristo es reconocida como inevitable dentro de la continuidad de la revelación divina. No solamente Dios nunca se dejó a Sí Mismo sin testigos, sino que en definidos períodos de la historia de la evolución humana, la "Palabra de Dios", la potencia proyectada de su vida vital, se ha manifestado para establecer Principios a ser demostrados durante el siguiente ciclo.
Ha habido muchos de estos mensajeros durante las diferentes eras, manifestándose a través de una u otra de las grandes religiones mundiales o de una nueva forma de religión basada en la nueva revelación. La Divina revelación y la periódica aparición de mensajeros o Avatares se suceden sin embargo de acuerdo a la ley cósmica, cuando se dan ciertas condiciones dentro del esquema total afectado por, y que afecta a, todas las partes, grandes o pequeñas. Entonces se pone en movimiento un conjunto de sucesos que, bajo la ley, deben eventualmente llevarse a cabo. La parte que nuestro pequeño planeta Tierra juega en este sistema intrincado de interrelaciones, y que funciona suavemente, parece ser de vital importancia en este momento. En este libro los significados esotéricos y planetarios de la reaparición de Cristo, son sugeridos como las causas principales para Su Servicio Acuariano a la humanidad.
Este es el comienzo y el fin de una era, el comienzo de Acuario y el fin de Piscis, marcando también un punto decisivo en la evolución de la conciencia humana, desde la necesidad humana a las necesidades de toda la humanidad, desde la salvación personal al servicio mundial y desde el materialismo al espiritualismo.
Parece que esta crítica transición debe ser "marcada" en ambas etapas, comienzo y fin por el Cristo Mismo, y un principio firmemente establecido en la conciencia humana que abarca no sólo el amor de Dios establecido para la era de Piscis, sino la nueva potencia para el futuro, la "Voluntad" de Dios, en la cual sólo el Cristo está, total y perfectamente absorto.
La inminencia de la reaparición de Cristo es presentida y esperada por muchos, perteneciendo como lo hace, a toda la humanidad independientemente de todas las religiones, dogmas o doctrinas.
"Él, a quien todos los hombres esperan" determinará el modo y el momento de su aparición y el área de su trabajo en una forma que no creará divisiones entre los hombres ya sean religiosas, sociales o ideológicas. No solo viene como el primer Hijo de Dios, sino como el guía de la Jerarquía Espiritual, el gobierno interno del planeta. Él es por lo tanto un gran ejecutivo mundial, representando al reino de Dios y llevando a cabo una función definida en el mundo de los hombres. Viene a establecer a través del precepto y del ejemplo, a través del servicio mundial, los principios en los que un mundo unido, interdependiente e interactivo puede crear sus nuevos sistemas e instituciones materiales para la nueva civilización. La responsabilidad de la humanidad es prepararse para la segunda venida de Cristo, y para aquellos que saben y aceptan su inminente retorno, el preparar la mente y los corazones de los hombres para reconocerlo y recibirlo, y crear las condiciones de equilibrio y alineamiento espiritual, que finalmente, lo atraerá entre nosotros. No importa qué principio o energía Él establecerá en la tierra para uso humano, Él no viene a salvar a la humanidad del resultado de sus propios pecados, sino, una vez más, para mostrar a la humanidad cómo salvarse a sí misma en las nuevas condiciones y oportunidades con las que el mundo se enfrenta.
Alice A. Bailey y el Maestro Tibetano Djwhal Khul
Publicado por: Editorial Fundación Lucis - Buenos Aires - Argentina
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http://www.trabajadoresdelaluz.com.ar/index.php?ndx=2656
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