Ricardo Ros
Raquel es una persona muy perfeccionista, cuida cada detalle y trata de que cualquier cosa que haga nadie se lo pueda reprochar. En el trabajo se centra en sus objetivos y procura que su jefe no tenga ninguna queja de su trabajo. En su casa procura que la ropa de sus hijos y de su pareja esté siempre limpia y planchada y que la comida sea muy nutritiva.
El problema de Raquel es que no es feliz, porque no es ella quien hace esas cosas, exige que lo hagan los demás. En el trabajo explota a sus colaboradores para que todo sea perfecto; en su casa se pone histérica si la chica que cuida a sus hijos no lo tiene todo en orden. Pero ella no hace nada, es como un sargento que exige a los demás lo que ella no hace. Todos sus colaboradores la odian y la asistenta aguanta porque no tiene otro sitio a dónde ir.
Alberto siempre está sacando defectos a los demás. A su amigo Pablo le dice que no sabe hablar bien, que debería leer mucho más. A su novia le dice que no sabe vestirse adecuadamente. A su hermano le dice que no debería tratar de esa manera a sus hijos. A sus compañeros de trabajo les dice que no saben hacer bien su trabajo. Pero Alberto posiblemente tiene también todos esos defectos. Pero nadie se lo dice.
Marisa está todo el día hablando por teléfono y enviando mensajes. Ella piensa que es una buena asesora en temas de pareja, porque ella ya ha tenido cinco separaciones y siempre trata de ayudar a sus amigas con sus parejas. Posiblemente si ha tenido cinco separaciones quizás no sea la persona más adecuada para ayudar en esos temas, pero ella siempre se mete dentro de la relación de sus amigas. Trata de ayudar, pero al final lo que hace es perjudicar y crea grandes líos. Incluso ya ha conseguido que dos de sus amigas se separen.
Los defectos de los demás no son asunto tuyo. Tú no eres un juez, ni un policía, ni siquiera eres un pequeño dios para avaluar los defectos o los pecados de los demás. Permite que los demás tengan sus propios defectos. No critiques lo que los demás hacen. No juzgues temas morales de los demás. Vive y deja vivir.
No tienes que darle vueltas a los asuntos de los demás. Nadie te da derecho a criticar los problemas de los demás. Tú no tienes toda la información. Deja de cultivar aspectos negativos de los demás.
Busca los aspectos positivos y las potencialidades de los demás y ayúdales a conseguirlas. Ejerce el poder que tienes. Solo así podrás dar poder a los demás. Tu exterior es el reflejo de tu interior. Para cambiar tu exterior primero tienes que cambiar tu interior. No puedes cambiar a los demás si primero no te cambias a ti mismo. ¿Pretendes ayudar a los demás? Empieza por ti primero.
Fuente: http://www.ricardoros.com
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