Ricardo Ros
He recibido el siguiente email:
“Jo tengo muxa dificulta en espresarme delant d otras personas, estoi en el bachiyer i no me atrebo a esponer delante d ls otros compas xq m pongo nerbiosa no se si es fovia o si es anciedad m puede alludar” Eva
Primero aparecieron los teléfonos móviles y los mensajes de texto. La idea era que cuantos menos caracteres se utilizaran era mejor, porque teclear en esos botoncitos es muy difícil.
“Dm q m ams”
Perfecto, yo nunca he entendido eso, pero acepto que se utilizaran. Después se empezó a utilizar eso en los emails, cuando todavía no había teléfonos conectados a Internet, es decir, cuando se enviaban emails a través de los ordenadores. Ahí ya no se necesitaba acortar las palabras, pero muchas personas seguían haciéndolo.
Con las redes sociales todo el mundo puede opinar. Lo que antes era una excepción en los mensajes de texto, ahora es algo común. Posiblemente porque ya nadie lee, ni siquiera los que estudian bachillerato.
Quien no sabe construir las frases, no articula bien su pensamiento. Lo que sale por nuestra boca o por nuestras manos al escribir es fruto de las ideas que tenemos en nuestra mente. Eva no tiene ni ansiedad ni fobia. Eva no genera bien sus pensamientos, es una inculta. Y aunque esté en bachiller es una analfabeta inconsciente. Hay personas analfabetas que articulan muy bien sus pensamientos. Eva cree que piensa correctamente, pero no lo hace. La claridad de expresión es una muestra de claridad de ideas, y ambas se estimulan mutuamente. Si alguien no tiene claras sus ideas no es posible que las exprese. Si alguien se expresa como lo hace Eva no tiene las ideas claras. Existe un lazo muy íntimo entre la palabra y el pensamiento: las palabras facilitan el pensamiento. El pensamiento facilita las palabras.
Alguien dijo: ¡Dadme ideas por palabras! Las palabras se derivan de los pensamientos. Las ideas nacen en tu pensamiento y saltan hacia tu boca o tus manos. Las palabras son los clavos donde colgamos las ideas. Cuando alguien no tiene sus ideas en orden, cuantas más tenga, mayor será su confusión. La vida de cada cual depende de la idea que de ella se tiene. Las ideas hacen al ser humano. Según ellas son, el ser humano es. Los hechos humanos no son otra cosa que ideas puestas en acción. Nuestras vidas son las obras de nuestros pensamientos.
Decía Fenelón: “El genuino buen gusto consiste en decir mucho en pocas palabras, en escoger nuestros pensamientos, ordenar las palabras y hablar serenamente”.
Todo lo que puedes conseguir en tu vida es el resultado directo de tus pensamientos.
Fuente: http://www.ricardoros.com
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