Amigos del alma, lectores queridos, gracias de corazón por el apoyo hermoso y la compañía que nos brindan, gracias por las preguntas profundas de genuinos buscadores que nos hacen en las charlas y en la página web. Me han escuchado decir en estos días en varios programas de televisión, que "El maestro" está en uno, en el Ser, en el amor incondicional que es nuestra esencia y que yendo profundamente al corazón en estado de calma y quitando la atención del mundo exterior y llevándola en forma sutil, quieta, a nuestro corazón espiritual, podríamos percibir la sabiduría del universo en un instante, aquí y ahora.
Esa es la iluminación de la que hablan los grandes maestros, la divinidad como estado natural del Ser, la capacidad creadora que genera todo lo que tiene nombre y forma, ese Dios latente, que no nos atrevemos a aceptar en nosotros mismos y por eso seguimos buscando afuera en forma desesperada.
El Maestro está en Uno; pero como no podemos verlo, a veces seguimos buscando maestros fuera nuestro. Es muy significativo para mí, escribir esto, cuando me pasé dos décadas de mi vida buscando Maestros vivos en todos los rincones del mundo, y luego del deslumbramiento inicial, se producía la rutina o la inercia, en lo que debería haber sido un crecimiento espiritual intenso. Recuerdo estar en la India, esperando a Sai Baba, para una ansiada entrevista, y cuando apareció en medio de la multitud, le grité a todo pulmón: “Swami! Swami! (Maestro)”.
El hombre ignoró mi exclamación y siguió moviéndose con gracia entre la multitud que se inclinaba a su paso. “Swami!”, reforcé el llamado, añadiendo:”Please interview for Argentina television”. La gente me miraba con desdén por la aparente falta de respeto de mi tono, y una tercera vez, entre desafiante y quejoso, exclamé:”Swami! Swami!”
Esto pareció surtir efecto porque Sai Baba, giró su cabeza, y me miró fijamente, desde la distancia que nos separaba, y con una expresión seria, grave, se encaminó hacia mi. Yo no supe si era para retarme o para darme la entrevista, pero no pintaba muy amistosa la situación. Se detuvo frente a mi, en seco, los ojitos centelleantes y me dijo muy rotundamente: “I am not Swami” (Yo no soy Swami) Yo muy sorprendido, intuyendo algún juego detrás de la frase, mantuve lo mío y le respondí: “Yes, You are Swami, I’m coming from Argentina, please give me an interview” (Si, Ud, es el Maestro, vengo de la Argentina, deme un entrevista).
Y Sai Baba, a su vez, me rebatió: “I am not Swami. You are Swami” (Yo no soy el maestro. Vos sos el maestro) A lo que yo con cierta ironía le contesté:-”No, I am Claudio, from Argentina”
Y Sai arremetió una vez más con la seguridad de los tiempos y me tocó con firmeza el corazón, diciendo: “Only Swami here, in your heart” (El único Swami está en tu corazón). Don’t look for Swami outside anymore” (No busques más el Maestro afuera).
Inmediatamente, me acordé de Jesús diciendo que el reino de los cielos está en Nosotros, que somos Uno con el Padre y hechos a imagen y semejanza; que somos dioses y no queremos reconocerlo. Me acordé de Buda, llevando a la gente a la visión de la sabiduría interna, sin confundirla con el adormecimiento mundano, y a tantos seres de luz concientes, recordando que todo lo que buscamos en el Mundo, es lo que ya somos. Sai Baba ya se había alejado.
El Maestro está en Uno, no entreguemos más la antorcha olímpica, mantengámosla flameando en nuestro corazón. Desde aquella explicación de Sai en la India, tardé muchos años más en, finalmente, cesar con la búsqueda devocional y estéril de maestros externos. Ilusión, ego, necesidad, carencia, sufrimiento, y las nubes que se abren ante el sol que siempre somos y no podemos dejar de ser.
Gracias por existir
CLAUDIO MARÍA DOMINGUEZ
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