-Mullah Nasrudín, dijo el emperador Timur, ¡he decidido nombrarte juez supremo!
-Es un honor, Excelencia, pero no soy digno de ello.
-¿Rechazas un mandato real?
-No tengo elección, majestad. Un juez debe ser un hombre puro y justo, adujo el Mullah.
-Ciertamente.
-Pues bien, he dicho que no soy digno. Si estoy diciendo la verdad, entonces no debería ser juez, y si estoy mintiendo, entonces, ¿cómo un mentiroso va a convertirse en juez supremo?
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