Principio 41 del libro "Piensa, es gratis"
Las cosas no son lo que son, sino lo que la gente piensa que son
Cada realidad tiene muchas formas distintas e incluso enfrentadas de ser percibida.
Un Ferrari Testarrosa es un sueño para unos y una gilipollez sin sentido para otros.
Comer jamón de cerdo de Jabugo puede ser la mayor delicia gastronómica o un repulsivo pecado.
Algunos piensan que el art déco es un refinamiento del diseño, y otros, antiguallas que ni regaladas las querrían.
Una playa en agosto puede ser un ideal de vacaciones o una tortura para la paz íntima.
El comunismo para algunos es la auténtica justicia social, y para otros el mayor timo y fracaso de la historia.
Martín Lutero para unos significa luz; para otros, apagón.
Si alargamos la lista de cosas y creencias y pedimos a varios la opinión que pueden tener sobre cada una, nos encontraremos ante mucho más que un posible entretenimiento en una reunión de amigos: seremos conscientes de que cada realidad tiene muy distintas percepciones. Y que, a efectos prácticos, la realidad pasa a segundo término: lo que cuenta y decide es la percepción personal que cada uno tiene de la realidad. Entenderemos que nuestra percepción es nuestra realidad.
Todo emana imagen. Una cosa siempre es una materia inanimada; una idea es una expresión oral o el texto escrito de un ideal. Mientras no son capaces de transmitir sensaciones, toda cosa y toda idea son naturalezas muertas.
Y esas sensaciones emitidas, en ocasiones, llegan hasta un cerebro receptor, en otras hasta millones de cerebros que cada uno decodifica de acuerdo con su frecuencia de onda personal y su momento concreto.
Quienes pretenden dar a conocer cosas e ideas deben ser conscientes de que, más que hablar de ellas, hay que insistir en los hechos y sensaciones que más contribuyan a lograr una percepción/opinión positiva para el mayor número de personas.
Escrito por Joaquín Lorente
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