Hace alrededor de un siglo, el hombre dejó de ver las estrellas, de hablar con la tierra y saborear amaneceres, dejó también de escuchar el consejo del fuego, de abrazar al hermano árbol, y sintonizar el silencio, ya no tenía tiempo para danzar y el éxtasis desapareció de su conversación cotidiana, se centró en el mundo exterior y en la creación de máquinas y procedimientos que no contemplaban lo espiritual, abandonó la tecnología interior con la cual podía manejar la energía y se olvidó de sí mismo. Tiempo después y en medio de interminables holocaustos descubrió que todo estaría perfecto, si no se descuidase lo interior, pues sin amor, la magia se desvanece y el alma languidece hasta la inanición. Reaprenderé el uso de la tecnología interior.
Chamalú.
Chamalú.
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