Es un depósito en forma de pera que generalmente cuelga deshinchado debajo del hígado. Como si se tratara de una cisterna del hígado que puede llegar a almacenar hasta 50 ml de bilis. Su correcto funcionamiento consiste en verter las sales biliares en el duodeno que son necesarias para la digestión y también acumularlas cuando no son necesarias.
Hace siglos que la bilis es conocida como una materia amarga. Un líquido verde amarillento que sirve para descomponer las grasas que son difíciles de digerir de los alimentos.
El problema más común de este órgano es la formación de piedras (cálculos) que obstruyan el canal entre la vesícula y el duodeno.
¡”Tragar bilis”!, se dice a veces, refiriéndose a la relación entre una producción excesiva de bilis y el enfado
El perfil, estable o temporal, de la persona que enferma de vesícula:
*Excesiva preocupación por asuntos cotidianos.
*Miedo a carecer, en el terreno material.
*Hipersensibilidad a las ofensas.
*Arraigo a los hábitos.
*Dificultad para elaborar pérdidas o duelos.
*Miedo a las responsabilidades, exámenes y compromisos.
*Puntualidad obsesiva.
*Humor variable.
*Tendencia a los celos.
Los problemas en la vesícula manifiestan que la persona tiene dificultad para manejar sus sentimientos y para explicarlos. Parece ser que teme que le quiten algo, no se sienten reconocidas ni apreciadas por su labor y desconocen cuál es su sitio en la vida. Puede que este problema sea característico de personas tristes, insatisfechas con ellas mismas, que ven el lado negativo de las cosas y son propensas a ataques súbitos de cólera.
Los cálculos biliares también suelen aparecer cuando se piensa de una manera y se actúa de otra. La agresividad se va acumulando y “endureciendo” en el interior.
-Un ejercicio para evitar esta complicación consiste en dejar de calcular tanto y actuar según los propios deseos.
Una fórmula magistral para sanar la vesícula consistiría en:
1.-Una porción de confianza en sí mismo, en el otro,
en el mundo y en el futuro
2.-Mezclada con la práctica del desapego a lo material,
lo terrenal, lo emocional y a los hábitos arraigados.
3.- Y por supuesto, grandes dosis de alegría y buen humor cada día
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