"Mi esfuerzo aquí consiste en lograr un tipo de persona completamente nuevo. Esa es mi visión del nuevo hombre, que debe ser capaz de amar. No debe ir al monasterio. Debe vivir en el mercado y, a pesar de ello, ser capaz de abandonar toda la posesividad, todo el apego, toda la adhesión, todos los celos.
Se puede lograr porque yo lo he logrado, de modo que tú lo puedes lograr. Yo nunca digo nada que no sea mi propia experiencia. Hablo basándome en mi conocimiento.
Hay una historia sufí referente a un viejo maestro: una mujer acudió a él arrastrando a su hijo pequeño y le dijo al maestro: "Estoy harta de este niño. Come tantos dulces que tengo miedo de que se ponga enfermo y se le llenen los dientes de caries. Además siempre le duele la tripa y se siente mal, pero lo único que come son dulces. Así que haga algo. Sé que a usted le hará caso". El maestro miró al niño y le dijo a la mujer: "Vuelve dentro de una semana".
La mujer estaba asombrada porque ya había visitado muchas veces al maestro y le había pedido consejo sobre cuestiones muy difíciles de la vida y de la muerte, de la encarnación, de Dios, del cielo y del infierno, y siempre había estado dispuesto a darle la respuesta inmediatamente. Sin embargo, en esa ocasión, para una cosa tan sencilla en la que sólo le tenía que decirle algo al niño, ¡necesitaba siete días!
No obstante, pensó: "Los maestros sufís están un poco locos. Tiene que haber alguna razón, así que esperaré una semana".
Al cabo de una semana volvió y el maestro le dijo: "Lo siento, vuelve al cabo de dos semanas. No estoy preparado". Hasta el niño se quedó asombrado.
Al cabo de dos semanas volvieron y el maestro miró al niño y le dijo: "Puedes conseguirlo".
El niño le preguntó: "Pero ¿por qué tarda tres semanas para decirme eso?".
El maestro le dijo: "Porque a mí también me encantan los dulces. De modo que primero tuve que intentar ver si yo lo podía conseguir o no; de lo contrario, ¿cómo te lo iba a decir a ti? Habría sido falso. Y cuesta mucho, lo sé".
El niño sintió una gran curiosidad por el maestro...Sin embargo, la mujer le dijo: "Se lo podía haber dicho. No hacía falta que lo probara".
Él contestó: "No puedo decir nada que no haya experimentado. Nunca he pronunciado una sola cosa que no hubiera experimentado, porque cuando dices algo que no has experimentado, lo dicho pierde algo; carece de verdad". Y añadió: "Cuando uno habla a partir de la propia experiencia, profundiza. Lo sé. He mirado en tus ojos y he sentido que serías capaz de hacerlo. Yo soy un anciano, estoy débil, a mí me llevó tres semanas. Tú eres joven, ¡podrás conseguirlo en un día".
Esa es también mi manera de actuar".
Osho, Meditaciones para empezar el día
http://osho-maestro.blogspot.com/
Se puede lograr porque yo lo he logrado, de modo que tú lo puedes lograr. Yo nunca digo nada que no sea mi propia experiencia. Hablo basándome en mi conocimiento.
Hay una historia sufí referente a un viejo maestro: una mujer acudió a él arrastrando a su hijo pequeño y le dijo al maestro: "Estoy harta de este niño. Come tantos dulces que tengo miedo de que se ponga enfermo y se le llenen los dientes de caries. Además siempre le duele la tripa y se siente mal, pero lo único que come son dulces. Así que haga algo. Sé que a usted le hará caso". El maestro miró al niño y le dijo a la mujer: "Vuelve dentro de una semana".
La mujer estaba asombrada porque ya había visitado muchas veces al maestro y le había pedido consejo sobre cuestiones muy difíciles de la vida y de la muerte, de la encarnación, de Dios, del cielo y del infierno, y siempre había estado dispuesto a darle la respuesta inmediatamente. Sin embargo, en esa ocasión, para una cosa tan sencilla en la que sólo le tenía que decirle algo al niño, ¡necesitaba siete días!
No obstante, pensó: "Los maestros sufís están un poco locos. Tiene que haber alguna razón, así que esperaré una semana".
Al cabo de una semana volvió y el maestro le dijo: "Lo siento, vuelve al cabo de dos semanas. No estoy preparado". Hasta el niño se quedó asombrado.
Al cabo de dos semanas volvieron y el maestro miró al niño y le dijo: "Puedes conseguirlo".
El niño le preguntó: "Pero ¿por qué tarda tres semanas para decirme eso?".
El maestro le dijo: "Porque a mí también me encantan los dulces. De modo que primero tuve que intentar ver si yo lo podía conseguir o no; de lo contrario, ¿cómo te lo iba a decir a ti? Habría sido falso. Y cuesta mucho, lo sé".
El niño sintió una gran curiosidad por el maestro...Sin embargo, la mujer le dijo: "Se lo podía haber dicho. No hacía falta que lo probara".
Él contestó: "No puedo decir nada que no haya experimentado. Nunca he pronunciado una sola cosa que no hubiera experimentado, porque cuando dices algo que no has experimentado, lo dicho pierde algo; carece de verdad". Y añadió: "Cuando uno habla a partir de la propia experiencia, profundiza. Lo sé. He mirado en tus ojos y he sentido que serías capaz de hacerlo. Yo soy un anciano, estoy débil, a mí me llevó tres semanas. Tú eres joven, ¡podrás conseguirlo en un día".
Esa es también mi manera de actuar".
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