En el siglo XXI, ¿hay personas que tienen un nivel de consciencia animal?
Sí, y no hay que ir a buscar tribus escondidas en algún bosque del Amazonas, puede ser tu vecino del cuarto. En cuanto a una persona no le interese más que sobrevivir y saciar sus instintos, estamos delante de alguien que no ha desarrollado su alma, alguien que está en la escala más básica de la jerarquía de los niveles de consciencia.
Pero, siempre hay motivaciones más allá de sobrevivir, ¿no es cierto?
Si atendemos a las enseñanzas de Abraham Maslow, en su famosa pirámide (enlace), vemos en la base las necesidades fisiológicas, el alimento, el aire, el agua… también las pulsiones sexuales sin amor. A partir de ahí, el hombre comienza a evolucionar hacia motivaciones superiores, hasta llegar a la cumbre: la autorrealización. En la consciencia animal, la persona no sale de ese estrato de la pirámide y es incluso capaz de matar a sueldo o comerciar con personas.
¿Cómo salir de ahí?
Normalmente es el árbol responsable de que tendamos a un nivel de consciencia determinado, el mismo que tenía el árbol cuando vimos la luz por primera vez. El mero hecho de estar planteando esta pregunta, “¿cómo salgo de aquí?”, ya es un paso. De satisfacer sólo el centro material, se irá pasando a conquistar las motivaciones de los demás centros: intelectual, emocional y creativo. Paso a paso, guiados por el Ser Esencial y apuntando siempre a la finalidad que uno mismo se marca, no la que nos marcan los demás.
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