Desde que era una niña sabía que iba a tener un hijo muy especial llamado David. Creció, se casó, tuvo dos hijas y ningún varón. En la mitad de la treintena empezó a preocuparse. ¿ Y David?
En uno de sus sueños más vívidos se le acercó un ángel y le dijo: «Podrás tener a tu hijo, pero sólo se quedará contigo diecinueve años y medio. ¿Te parece bien?» Ella aceptó.
Unos meses más tarde se quedó embarazada y finalmente dio a luz a David. Efectivamente era un niño peculiar, muy afectuoso, sensible y lleno de amor. «Un ser de los que ya no existen», diría ella.
Nunca le contó a David su sueño ni el pacto que hizo con el ángel. A los diecinueve años y medio, su hijo murió a causa de un extraño cáncer cerebral. Se sintió angustiada, culpable, afligida, desesperada. ¿ Por qué había aceptado la propuesta del ángel? ¿ Era ella en cierto modo la responsable de la muerte de David?
Un mes más tarde tuvo un sueño muy vívido en el que aquel ángel reapareció, pero en esta ocasión iba acompañado de David, quien le dijo: «No te aflijas tanto. Te quiero. Yo te elegí; no fuiste tú quien me eligió a mí.» y ella comprendió.
VÍA SOY ESPIRITUAL
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