El maestro se hizo famoso mientras aún vivía. Contaban que Dios mismo había ido un día a pedirle consejo: “Quiero jugar al escondite con los hombres. He preguntado a mis ángeles cuál sería el mejor sitio para esconderse. Unos dicen que en lo profundo del océano. Otros, que en la cima de la montaña más alta. Otros que en la cara escondida de la luna o en una estrella lejana. Tú, ¿qué me aconsejas?
Respondió el maestro: “Escóndete en el corazón humano. Es el último sitio en que se les ocurrirá ir a buscarte”.
Bruno Ferrero.
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