Somos ladrones encantadores
que robamos corazones
y nunca desfallecemos
porque somos los amigos del Uno.
El tiempo de los viejos sermones ha pasado,
nosotros apuntamos directamente al corazón.
Si la mente intenta entrar a hurtadillas
y tomar el mando,
nosotros le echaremos el lazo sin demora.
Convertimos el veneno en medicina
y nuestras penas en bendiciones.
Todo lo que nos era familiar,
a quienes amábamos y a nosotros mismos,
tuvimos que dejarlos atrás.
Bendito sea el poema que viene a través de mí,
pero no de mí,
porque el sonido de mi propia música
ahogaría la canción de amor.
J.Rumi
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