miércoles, 3 de julio de 2013

DES-JUBILARSE...♥



El llegó a la plaza con una barreta. Enderezó la estaca de un arbolito y la afirmó golpeándola con la barreta. Amarró la planta a la estaca y se apartó como para mirar una obra de arte. No resistí a provocarle conversación:

- ¿Ud. es del Municipio?

- No, soy de Alicia, hace cuarenta y dos años. Mi mujer.

- Ah… ¿Fue Ud. quien plantó ese arbolito?

- No, fue el Municipio.

Un árbol viejo se cayó, plantaron este nuevo de cualquier forma, pero yo lo aboné, y le puse esa estaca ahí. Pero que belleza, ya está todo brotado. De tardecita vengo a regarlo.

- ¿A usted le gustan las plantas?

- Las plantas, los bichos y hasta la gente me gustan, hijo.

- Gracias por la parte que me corresponde.

El sonrió, sacó un tijerón del cinto y comenzó a podar un arbusto.

- ¿Usted es jubilado?

- No, soy desjubilado.

Fue podando y explicándome: Cuando me jubilé, ya había visto a muchos colegas jubilarse y marchitarse, como un árbol que se poda y se riega con ácido de batería. ¿Sabía usted que hay comerciantes que riegan el árbol con ácido de batería para matarlo y no tape la fachada de su negocio? No les importa quedar expuestos a los quemantes rayos del sol.

El hombre picoteó los gajos podados, formando una alfombra de hojas alrededor del arbusto.

- Es bueno para la tierra… Todo lo que sale de la tierra debe volver para la tierra…

Por entonces yo ya había visto a muchos colegas jubilarse y marchitarse, usando bermuda y chinela y quedándose en casa viendo la televisión, sacando panza y engordando. Muchos de ellos acabaron con un derrame cerebral o un infarto al corazón de tanto no hacer nada y vivir hablando de enfermedades.

El hombre cortó unas flores e hizo un ramillete y dijo: Para mi nenita Alicia, ella es un año más grande que yo pero parece una nena cuando le llevo una flor. Ella también está desjubilada. Ayuda en la escuela de nuestra nieta enseñando a la cocinera a hacer dulce con poco azúcar y ensaladas con los restos de las legumbres que antes eran tiradas a la basura. Y ayuda en la casa-cuna también y en el hospital. IAh…! Alicia vive ayudando a todo el mundo, por eso no precisa de ayuda, ni tiene tiempo de pensar en enfermedades. Amarró el ramillete con un ramo de césped y lo depositó con cuidado sobre un banco.

Para regar las plantas, me dijo, tengo que traer el balde con agua desde la casa ya que fui al municipio a pedir poner una toma de agua aquí, pero me dijeron que no, porque la gente iba tomar agua y dejar la toma abierta. Les dije que colocaran la toma con reja y candado y que yo la cuidaría. Me dijeron que no, pues yo tendría que quedarme con la llave y sería una toma pública con control particular, y eso no se puede.

No dije más nada, me comentó. Me vine de vuelta antes de que me prohibiesen cuidar de la plaza o antes de que me hicieran llenar formularios con tres copias con impuesto y firma autenticada, para hacer lo que hago aquí desde que me desjubilé…

Aprendí tantas cosas cuidando de esta plaza. Hoy conozco los cantos de los pajaritos, las épocas de floración de cada planta, ¡y veo el pasaje de las estaciones como si fuese una película!

Es admirable ver a alguien con tanta edad y tanta esperanza. Si es admirable no lo sé, hijo; lo que si se es que es muy reconfortante.

La vida de desjubilado es así: el dinero es corto, pero el día puede ser largo, ¡si la gente no perdiera el tiempo!

Fuente: http://miaguilucho.wordpress.com/

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