Vestidos con blancas túnicas, portando ramos de olivo y pequeñas cruces rojas, la legión sagrada de niños inquisidores de Savonarola recorría la Florencia del Renacimiento en escuadrones, para vigilar la moralidad de las calles, y penetrar a las casas. Le arrancaban los velos y las joyas a las mujeres, y los adornos a los hombres. Perseguían a los jugadores, a las cortesanas y a los blasfemos, y les cortaban el pelo a los jóvenes.
Cuando el jefe de una casa cooperaba, recogían pacíficamente los objetos” vanos’, y pronunciaban sobre la casa una bendición compuesta especialmente por Savonarola. De lo contrario saqueaban la casa en busca de pinturas” lascivas’, libros, piezas de escultura y objetos” paganos’. Éstos los arrojaban a las calles donde los mutilaban, los acumulaban en cestos que luego llevaban a la plaza pública donde prendían grandes hogueras, que fueron conocidas como las famosas Quemazones de Vanidades de 1497 y 1498: la mayor catástrofe para los tesoros artísticos florentinos hasta la inundación ocurrida en 1966.
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