Solemos asociar la palabra fe con la religión, pero para mi este concepto va más allá, está relacionado además de con lo divino, con lo humano.
Fe y creencia van de la mano. ¿Creencia en Dios o en la nada absoluta? Ni una cosa, ni la otra. Una persona puede ser agnóstica o atea y tener fe, no en Dios; sino en sus propias creencias, como pueden ser la ciencia, la nada, el Universo, el amor, etc. haciendo de ellas su bastón, su apoyo.
La fe abarcaría ese mundo que a veces da vértigo, en el que caminas en plena oscuridad y sabes, tienes la certeza, en que encontrarás la luz al final del túnel, aunque por mucho que mires, en ese momento sólo hay oscuridad. Se necesitan tener confianza y voluntad que unidas a la fe, consiguen que reunamos la fuerza para continuar adelante aún en momentos de desesperación. Para unos esa fuerza reside en Dios; para otros, en ellos mismos; otros grupos, la depositan en la vida y seguiremos encontrando personas que han decidido a poner su fe en otros aspectos. Para mi, la fe está en Dios y en mi misma.
Hace unos días hablaba con una conocida sobre la bajada a los infiernos, esas fases por las que todos pasamos alguna o varias veces en la vida. Soy de las afortunadas que lo han vivido varias veces. El aprendizaje sobre mi misma, mis límites y superaciones ha sido intenso. Mi conocida comentaba que en estas ocasiones de dificultades, Dios permanece atento pero sin actuar y así podemos sentir el vacío y el dolor de su ausencia, y todo ello supone una prueba de de en Dios.
Debo decir que no estoy de acuerdo con ella. En esos momentos en que todo parece flaquear, nunca me he planteado si Dios desaparece o no de mi lado. Más bien al contrario, he dado las gracias porque se que siempre ha estado ahí. Cuando parecía que no tenía fuerzas, éstas aparecían y nunca me he sentido abandonada por Dios, ni por el Amor Incondicional de todos los seres que nos rodean.
No me he planteado si Dios existe o no. Me da igual llamarle Dios, Universo, Amor, el nombre es lo de menos para mi. Lo importante es tener la certeza que ante la adversidad más dura y complicada, no estoy sola. Y antes o después se resolverá la situación de la mejor manera para mi.No es cuestión de creer en los milagros, sino de saber que encontraré la llave que abra las puertas a mis dificultades y esa fe en mi misma y en algo superior es la que me lleva a salir adelante.
Tengo seguridad y confianza absolutas en que encontraré las señales que marquen mi camino, aunque a veces me despiste y no las vea. Esa certeza que no es mental, que nace del corazón, es fe, que está en mi, en la vida, en los seres que cuidan de nosotros ya sean familia, amigos o guías, y en el Amor Incondicional que está en cada uno de nosotros y nos conecta con lo divino.
Esta ha sido y es mi experiencia con la fe, y si cambia en algún momento, ya lo comenteré.
VÍA COMUNICACIÓN ENTRE DOS MUNDOS
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