Querido desconocido,
Antes de nada, mira a tu alrededor. Qué bonito es todo, ¿verdad? ¿No? ¿No ves la belleza a tu alrededor? No te preocupes, es la ignorancia la que te ciega. ¿Sabes? Tienes suerte; soy el mejor curando este tipo de cegueras.
Primero acércate a una ventana y mira a la calle. ¿Ves a cada persona de ahí abajo? Todas son diferentes e inimitables.
Observa a esa chica sentada en el banco que está hablando por el móvil. Le acaba de dejar su novio. ¿Que cómo lo sé? Mira su rostro, está triste. Pero no va a llorar. No. No quiere que nadie la vea así. Es demasiado fuerte y orgullosa para dejarse ver flaquear. Pero te aseguro que esta noche se ahogará en su almohada entre sus propias lágrimas. Y también la siguiente, y la siguiente, y la siguiente… Así mucho tiempo hasta que encuentre a alguien que de verdad la haga feliz. ¡Qué tonta que es la pobre! No se da cuenta de que quien de verdad la quiera, la hará feliz; y que si ese chico no la amaba es porque ella no lo necesita para estar radiante. En realidad, él ni siquiera le ayudó cuando ella estaba metida en las drogas, fueron las personas que de verdad la quieren y a las que ella ama quienes la ampararon y la auxiliaron. Piensa ahora tú en las personas a las que quieres. ¿Sonríes cuando lo haces? Eso es que no necesitas más para estar bien. Son los amigos los que de verdad merecen tu compañía. Ellos, lo creas o no, siempre te van a ayudar a cualquier cosa que les pidas. Eso, hace del mundo un lugar cálido y acogedor. Siéntete afortunado.
¡Mira, mira! Fíjate en ese chico que va en la bici tan rápido. Parece que llega tarde a algún sitio, ¿no? Pues en realidad te equivocas. De hecho no va a ningún sitio. Sólo se va deprisa de donde estaba, no quería estar allí. Sí, unos chicos de su clase le han dado un par de golpes y le duele mucho el ojo. Si te fijas, y antes de que desaparezca de tu vista, puedes ver que detrás de la capucha roja se le asoma un ojo morado y un poco de sangre en el labio. ¡Madre mía! Casi atropella a ese pobre niño con un balón. Normal, sólo piensa en llegar a su casa y encerrarse en su cuarto para que nadie le vea así. Además, sabe que si llega más tarde que su padre, el castigo será terrible. Pero ya sabe qué hacer cuando él apesta a whisky del bar: coger a su madre, ir al baño, cerrar los tres pestillos y esperar hasta el día siguiente para que su padre no esté tan agresivo. Algunas veces no lo consigue y cree que no va a tener fuerzas para aguantar los golpes. Pero ver la cara de su madre cuando le sonríe hace que su aterrador mundo merezca la pena vivirlo. Sin embargo, no se preocupa, su madre va a ir mañana al juez y por fin todo se va a acabar. Sabe que va a tener un final feliz y que sus días en esa casa están contados. Pero todo eso es gracias a que tiene a la mujer más especial del mundo junto a ella: a su madre. Tener alguien así a tu lado es algo genial. Siéntete afortunado.
Ahora gira la cabeza hacia la izquierda. ¿Ves la terraza del bar? Todos tomando un café, una cerveza o un par de tapas. Segunda mesa empezando por la derecha. ¡Qué pareja de ancianos más entrañables! Aunque él no parece muy alegre. Lo que en realidad le pasa es que la envidia le está comiendo las entrañas. Es decir, todo el mundo está leyendo periódicos para enterarse de las noticias y él, no puede. No sabe leer. El sólo sabe plantar lechugas, quitar con la azadilla las malas hierbas o deshijar y espergurar las viñas. Es a lo que su padre le enseñó. Normal, con tantos hermanos y hermanas en la familia alguien tenían que ayudar a Padre en su labor. Y como él era el mayor, fue al que le tocó dejar el colegio a una temprana edad y ayudar en el campo. Siempre se arrepentirá de no haberse enfrentado a Padre y Madre y confesarles que él realmente lo que quería era ser médico. Sin embargo, cuando gira la cabeza y mira a su izquierda, no le importa nada. Puede ver al sol más radiante y al mar más azul. Es ella, es su esposa, anciana, bella y perfecta. La mujer de su vida. La que siempre ha estado y siempre estará para ayudarle. En todo; en lo bueno y en lo malo. Pero espera y fíjate en lo que va a pasar en unos instantes. ¿Lo ves? La camarera le ha traído el periódico del día. ¿No te puedes imaginar lo que va a pasar? Sí, exacto. Su mujer le está enseñando a leer. En realidad llevan más de un año yendo todos los días entre las diez y las doce a esta cafetería para dar clases de lectura. ¿A que nunca te habías fijado? La verdad es que nunca avanzan y el hombre nunca consigue aprender nada. Pero la ilusión que tienen ambos porque el anciano aprenda a leer y cumpla su sueño es suficiente para intentarlo. Mientras él intenta leer, intercala algún “Te quiero, cariño” mientras su mujer se sonroja y le besa la mejilla. Sabe que el alzhéimer la dejará torpe y sin recuerdos, pero eso no quita que tenga ilusión por disfrutar de la vida. Como ves, siempre hay un rayo de sol en cualquier día nublado y cualquier esperanza o ilusión, por vaga o imposible que parezca, puede hacer de nuestra vida un sitio agradable. Busca tú tu sueño y persíguelo, eso te hará irremediablemente feliz. Siéntete afortunado.
Vuelve ahora la vista hacia el coche blanco que está parado en el paso de cebra. En los asientos delanteros van dos hombres jóvenes, tendrán unos veinti-pocos años. Hoy es su día especial. Sí, hoy van a salir del armario. Han reunido a las familias de ambos en un restaurante del centro para contarles que llevan enamorados el uno del otro desde hace dos años y que se van a casar. Si les contemplas más detenidamente, van dados de la mano. ¿Sabes qué pasa? Que tienen miedo. Temen que su familia les rechace y les prohíban verse. No obstante, en sus caras se vislumbra alegría. ¿Lo ves? Eso es porque llevan en el maletero un par de bolsas con sus cosas. No les importa lo que el resto de personas piensen. Mientras se tengan el uno al otro es suficiente. Si no les dejan seguir juntos se irán a otro sitio. Lo tienen todo preparado y planeado. No necesitan a nadie más. Y es que tener a alguien que piense como tú y que no le afecte lo que el resto de personas digan de él es lo mejor que te puede pasar. Tú si no tienes ya a alguien así no te preocupes, que lo tendrás. Siéntete afortunado.
¿Ahora te das cuenta? Ya te lo he dicho antes. El mundo es algo precioso. Todo, absolutamente todo a tu alrededor es bonito. Ya me crees, ¿no? Es que mientras estés rodeado de gente que te quiera todo es fantástico.
Y hablando de gente amada, ¡ahí llega mi mujer! Lo siento pero me tengo que marchar. Me encantaría estar conversando contigo días y días para enseñarte lo bello que es la vida, pero hoy es mi funeral y no me puedo entretener. Pero antes de nada, tengo que admitirte que ahora me arrepiento de haber saltado por la ventana. Había mil razones por las que vivir y yo me centré en la única por la que morir. Mi mujer, mis preciosas hijas, mi padre, mis amigos… Y sin embargo tuve que elegir que como no tenía suficiente dinero no quise seguir existiendo. ¡Qué tonto fui! ¿No te parece? Bueno, ahora sí que sí, llegó la hora de la despedida. Mi mujer y mis hijas están llorando y tengo que ir a secarle las lágrimas e intentar dibujar una sonrisa en sus rostros a base de buenos recuerdos. Ahora mismo daría lo que fuera por abrazarlas y tenerlas entre mis brazos; por decirles que las quiero y oírlas llamarme “papi”; por darles un último beso y susurrarles que son lo mejor que me ha pasado en mi vida. Pero ya no hay marcha atrás.
Pero tú estás vio. Todavía estás a tiempo de hacerlo. Siéntete afortunado.
Firmado: Un suicida arrepentido.
VÍA YO EVOLUCIONO
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