Imaginar un nuevo mundo no es difícil si nos basamos en la
necesidad de cambio que hay en el ambiente.
Sin embargo, si atendemos a lo que ocurre hoy en día, la dificultad aumenta
desmesuradamente. A pesar de toda forma de desaliento,
el cambio sigue siendo más necesario que nunca.
¿Qué es lo que hace que no ejerzamos un cambio profundo en nuestro mundo?
Nuestro sistema de pensamiento.
La forma en la que pensamos es la versión homo sapiens sapiens,
que hemos heredado de nuestros padres y que, a su vez,
heredaron de los suyos y así hasta llegar a unos 150.000 años atrás.
Esta versión está basada en la supervivencia del individuo.
Hoy en día estamos ante la posibilidad de ir más allá de esta conciencia
y poder pasar de la supervivencia a la vivencia.
Si le echamos un vistazo a nuestra historia,
veremos que a menudo hemos realizado cambios, algunos de ellos muy
significativos, pero todos ellos alcanzaban lo más externo de nosotros.
Hemos conseguido ver la realidad desde distintos prismas,
pero ninguno de ellos nos ha mostrado quiénes somos nosotros.
Hemos usado la historia para cambiar de color aquello que construimos
a nuestro alrededor, con la intención inconsciente de anestesiar el miedo
que produce no saber quiénes somos, ni de dónde venimos ni obviamente a
dónde vamos. Sócrates podría decirnos que nuestros teléfonos móviles de última
generación son muy bonitos, pero nos diría también que seguimos sin saber nada
acerca de nosotros mismos. Pasar del sílex al microchip no es evolucionar,
pasar de la ignorancia al conocimiento sí lo es.
VÍA POR UN BUEN CAMINO
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