A.H.Z. Carr
Cómo una persona animosa atrae la suerte hacia él de una forma inconsciente, nos es claramente mostrado por lo que le sucedió al gran locutor deportivo de los años 20, Graham McNamee.
Era un tiempo en que la radio todavía no estaba en su apogeo, y McNamee era un joven y desconocido cantante sin trabajo. Un día recibió una citación para declarar ante el Tribunal de Justicia de Nueva York.
Durante un descanso en la sesión observó que estaban poniendo un cartel al otro lado de la calle. Contenía cuatro letras sin significado alguno para él, nada más. Curioso fue y preguntó al obrero que estaba instalando el cartel y así se enteró de que se trataba de una emisora de radio.
No sabía nada de radio pero se le ocurrió que tal vez tuviesen alguna ocupación para un cantante. Un momento después estaba en la pequeña oficina de la emisora, hablando con el director. La respuesta fue negativa. Aceptándola con naturalidad, McNamee aprovechó la ocasión para preguntar algunas cosas sobre la mecánica de aquel negocio. Ante esta muestra de genuino interés, el director lo miró de nuevo. Iba hacia la sala de control y le preguntó a McNamee si le gustaría verla.
El ánimo en esta etapa, había lanzado una línea de suerte hacia un extraño y la corriente de buena suerte no tardaría en fluir. Tras enseñarle las instalaciones de la emisora, el director se percató de que McNamee tenía una voz bonita. En aquellos días necesitaban un nuevo locutor. Le preguntó si le importaba que le hicieran una prueba. Diez minutos más tarde la prueba estaba hecha. En diez más, Mc Namee había sido contratado y así es como comenzó una de las más notables carreras de la radio americana.
Fuente: http://inteligencia-exitosa.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario