En estos días conversaba con una persona que me contaba: Tengo un amigo del que todos abusan, es tan bueno que no puede decir que no, por esta razón ha perdido mucho dinero y bienestar. He tratado de ayudarlo a cambiar y no he conseguido nada, es muy terco. Pasa el tiempo y le siguen sucediendo las mismas cosas... ¿Cómo puedo ayudarlo?
Escuchándolo pensaba: ¿Cuántas veces hemos querido cambiar el comportamiento, la actitud o las decisiones de otra persona? ¿ En cuántos momentos nos hemos sentido frustrados al intentarlo y no conseguir ningún resultado? ¿Te has sentido alguna vez así? Es tiempo de hacer juntos una reflexión al respecto... ¿Podemos realmente nosotros, cambiar el comportamiento de otra persona? Yo creo que no. Lo que sí podemos hacer, es influir en ellos con nuestro comentarios y buenos sentimientos, para que ellos reflexionen y consideren la posibilidad de tomar en cuenta y analizar nuestra propuesta, aun cuando la decisión final siempre sea de ellos.
Cuando nuestros hijos están pequeños, me refiero hasta que son adolescentes, todavía podemos influenciarlos si les damos un buen ejemplo y mantenemos una buena comunicación con ellos. Pero, si nuestros hijos son mayores de edad... lo mejor que podemos hacer es conversar con ellos y explicarles las consecuencias de las posibles elecciones que tomaran en un momento dado y de qué manera estas decisiones los van a afectar a ellos directamente. Es el momento de confiar en que dentro de ellos se encuentran los valores y las herramientas que hemos compartido con ellos a lo largo de su vida. En la mayoría de los casos, insistir en que acepten nuestros argumentos o sugerencias pudiera ser la causa por la que ellos cierren la puerta de la comunicación con nosotros. Lo más importante será hacerles saber que siempre podrán contar con nosotros, aun cuando terminen haciendo algo equivocado.
Cuando nos referimos a la pareja, tendríamos que preguntarnos si nos gustaría vivir con alguien que constantemente nos juzga o critica con la intención de ayudarnos a mejorar nuestro comportamiento... Muchas veces, sin darnos cuenta y motivados por la mejor de las intenciones nos convertimos en personas sermoneadoras, constantemente estamos diciéndole a nuestra pareja o a nuestros hijos lo que deben cambiar para tener una vida mejor y en ese intento se nos olvida reconocer todas las actitudes positivas que también tienen esas personas. Pregúntate: ¿Te sientes bien con las características positivas de la personalidad de tu pareja?, si ¿podrías vivir con él o con ella sin que cambiara tanto su manera de ser? Si la respuesta es sí, relaja un poco tu actitud, suelta el control y comienza a reconocer todos los esfuerzos que también hace esa persona para agradarte y ser una buena persona. Es el momento de recordar que no somos perfectos, todos tenemos una serie de cualidades que tenemos que aprender a reforzar y a usar, y unas limitaciones que tenemos que aprender a aceptar y a superar.
Podemos ciertamente compartir con ellos nuestras observaciones y sugerencias, pero igualmente tendremos que aceptar el hecho de que sólo cambiarán cuando estén listos esencialmente para hacerlo. Yo sé que sufres y te da rabia cuando ves que tu amigo o tu ser querido se resiste a cambiar, especialmente, si atraviesa por una situación difícil, pero recuerda que tal vez necesita vivir esa experiencia para alcanzar la conciencia y la madurez que le permita estar listo para reconocer la importancia de cambiar. Todos los procesos de cambio son individuales y sólo podemos hacerlo a través de nuestra voluntad y trabajo personal.
MAYTTE
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