“Cada noche, todo el mundo aquí se duerme: los cinco gatos, mi mujer, e incluso el teléfono se calla. Entonces, me relajo en la cama y dejo que llegue algo que durante mucho tiempo no he sabido valorar en su importancia. Cuando conocí al maestro zen Ejo Takata, me mostró una inscripción en la pared: felicidad. Yo no sabía que me indicaba la esencia del zen con un solo gesto. En lo más profundo, el secreto de la vida, es la felicidad. Y la felicidad es un estado que es rechazado por toda clase de tensiones.
Cada noche, dejo entrar a la felicidad en cada una de mis células, de mis huesos, mi carne, mi alma… acojo la sensación de felicidad.
Para acceder a esa felicidad, hay que entrar en la condición de la no-esperanza. Cuando se pierde la esperanza, nos libramos del miedo y, cuando nos libramos del miedo, llegamos a la felicidad. Esto es lo que yo hago cada noche: me acuesto en estado de regocijo en la cama, me convierto en un ser cuya materia es felicidad, ya nada puede pasarme.”
Alejandro Jodorowsky en “La trampa sagrada”
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