Ricardo Ros
La inteligencia artificial se ha desarrollado mucho en los últimos diez años. La capacidad de procesamiento de los sistemas informáticos se multiplica cada poco tiempo. Algo tan tonto como los juegos actuales nos dejan maravillados si los comparamos con los juegos de las primeras consolas, que también nos dejaron maravillados en su día. Si comparo mi PC actual con el primer ordenador que tuve la diferencia es tan abismal que no hay ni siquiera punto de comparación. Recuerdo que me quedé maravillado con aquél primitivo ordenador que era capaz de hacer cosas nunca vistas hasta entonces y me sigo maravillando cada vez que se produce un nuevo avance.
Me pregunto cómo serán los ordenadores, si es que siguen existiendo, dentro de veinte años. Dentro de veinte años, la inteligencia artificial estará en todo su esplendor.
Hace tres décadas le preguntaron al psicólogo Erich Fromm si creía que los ordenadores llegarían alguna vez a ser iguales que el ser humano. Erich Fromm se quitó las gafas y poniendo cara de pensar mucho dijo: “Es posible, ya que es el ser humano quien cada vez se parece más a una máquina. El ser humano acabará siendo un robot”. Para Erich Fromm el ser humano cada vez se parece más a una máquina que acabará autodestruyéndose a sí misma.
¿Los seres humanos nos estamos convirtiendo en robots o ser robots forma parte de nuestra naturaleza? ¿Estamos haciendo los robots a nuestra imagen y semejanza? Los ordenadores actuales y los futuros sólo son capaces de repetir instrucciones. No tienen la capacidad de crear nada nuevo por sí mismos. La característica especial de los humanos es que tenemos la posibilidad de salirnos fuera de las instrucciones, de los protocolos, de las programaciones.
Sin embargo, actuamos como robots, hacemos poco uso de esa capacidad que nos distingue del resto de los animales o de las máquinas que podamos construir. Tenemos capacidad para salirnos fuera, para ser libres, pero nos mantenemos aferrados a los hábitos más repetitivos.
Te propongo un experimento para esta semana próxima. Fíjate en qué cosas eres un auténtico robot, en qué cosas eres una máquina con un programa preestablecido, que repites y repites sin pensar en lo que estás haciendo. Y una vez que te hayas fijado, trata de hacerlo diferente. No me estoy refiriendo a cosas importantes, sino a la vida cotidiana. Por ejemplo, si te levantas por el lado izquierdo de la cama, levántate por el derecho. Si primero desayunas y después te duchas, prueba a hacerlo al revés. Si entras en la ducha con la pierna derecha, entra con la izquierda. Si vas al trabajo por unas calles, siempre las mismas, cambia tu ruta, vete por otro sitio. Puedes cambiar el orden o el procedimiento.
Y aprende, saca conclusiones de lo que ocurra. Dejar de ser un robot es volver a ser consciente de tu vida. Y ser consciente de tu vida es ser libre. Pero sólo puedes ser consciente si usas la inteligencia. Usar la inteligencia es buscar opciones.
Fuente: http://www.ricardoros.com
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