No hay nada como sentarse ante una comida casera preparada con tus ingredientes favoritos. Lamentablemente, no hay nada más tedioso que pararse más tarde ante el fregadero y lavar los potes y las sartenes. ¿Y qué sucede cuando ponen tu programa de televisión favorito justo después de haber acabado tu deliciosa cena? Probablemente digas “Lavaré los platos durante la primera pausa publicitaria”. Pero rápidamente te enraízas en el sofá y, antes de que te des cuenta, ha llegado la mañana y estás corriendo para llegar al trabajo. Ahora tienes un fregadero lleno de potes sucios enmoheciéndose.
Por muy desagradable que pueda resultar lavar los platos, es mucho peor cuando los dejas sucios por un rato. Y cuanto más rato están, más difíciles son de limpiar.
Así es la vida. Algo que es potencialmente fácil de limpiar después de que suceda –una palabra poco amable a tu padre, una mentira a tu mejor amigo, un acto insensible hacia tu novia– lo dejamos en el montón de cosas “que ya solucionaré más tarde”.
Nuestra alma es como un plato. Empieza muy limpia, pero cada vez que actuamos sin conciencia la ensuciamos. Cuanto más tiempo la dejamos sucia, más dolor nos va a costar limpiarla.
El trabajo de esta semana es enfrentarte a tus platos sucios. Recuerda todas las veces que no limpiaste tu desorden durante este año. La energía que se revela en el Año Nuevo puede limpiar tu alma, pero sólo si admites lo que has estado haciendo. Si no admites que no has respetado a tus empleados, o que has tomado malas decisiones en tu vida para gustar a alguien, o que has culpado a tus padres de tu fracaso, entonces no puedes librarte de la basura que hay en tu alma.
Hay un ejercicio práctico para enfrentarte a tus platos sucios:
Revisa tus correos electrónicos antiguos, agendas o calendarios y refresca tu memoria. Recuerda aquellos momentos en los que trataste mal a los demás y no hiciste nada al respecto. Si ayuda, elabora una lista y guárdala contigo para te sirva de recordatorio. Entonces haz lo que puedas para aclarar las cosas con esas personas.
Por supuesto, sé realista. Nuestra lista puede que sea larga y la probabilidad de que recordemos entrar en contacto con todo el mundo es escasa. La cuestión es que si realmente aclaramos las cosas con una persona, es como si lo hubiéramos hecho con todos los demás que están en la lista.
Una vez que te enfoques en la persona con la que necesitas aclarar algo, sigue este proceso de tres pasos. Si quieres aclarar realmente la situación y evitar que vuelva a suceder, tendrás que seguir los tres pasos.
Arrepentimiento – Piensa sobre el incidente(s).
Remordimiento – Imagina el dolor que la otra persona sintió por tu causa.
Resolución – Toma la decisión de que no volverás a reaccionar así.
Este ultimo paso es crucial. Sea cual sea la situación, sólo era una prueba. Y volverá a nosotros. Si llevamos a cabos estos tres pasos correctamente, tendremos la oportunidad de reaccionar pero ni siquiera lo consideraremos como una opción.
Esta tarea tiene una ventana específica, que se cierra la noche del sábado 8 de octubre. Así que concéntrate en tu búsqueda interna para limpiar y perdonar. Haz el esfuerzo de aproximarte a los demás con más simpatía y aceptación, o al menos con dignidad humana.
Todo lo mejor,
Yehuda
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