Cada una de las dos fosas nasales humanas tiene una función espiritual diferente. Una lleva la esencia espiritual del aire al cerebro, mientras que la otra entrega la esencia espiritual del aire al corazón.
El cerebro es el asiento de nuestra inteligencia y el corazón es la fuente de nuestras emociones. Los buenos olores que entran por nuestra nariz, como el de la salvia o el incienso, pueden traer equilibrio y unificación entre las emociones y el intelecto, ayudando a garantizar que tus acciones sean tanto sabias como afectuosas.
Yehudá Berg
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