A veces, se espera para que algo se revele por primera vez; para que se desanude, se resuelva; para que se manifieste; para que sea comprendida; para que se reconozca y se acepte; para que se integre y sea; para que ilumine.
Así como la aceptación no es resignación ni sometimiento sino permitir que la Vida se explique por sí misma, en la fe de que lo que pasa tiene un propósito, la paciencia no es padecimiento ni aguante. Se genera un gran dinamismo al reutilizar positivamente la energía que se pierde en luchar y ponerse en contra de todo. Aceptación y paciencia implican una actitud de apertura, juego y aprendizaje, que va fundando confianza.
Cuando esperamos, cuando nos hallamos en presencia confiamos. Lo que parecía estrecho, yermo o ansioso, se muestra vivo, fecundo, creativo. Para parir, para parirnos, para parir esta Nueva Energía, necesitamos confiar en la esencia que nos habita y permitirle desplegarse en nosotros, en otros, en un mundo amable.
LAURA FOLETTO
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