Todos los recién nacidos necesitan sentirse cerca del cuerpo de su madre desde el primer momento del nacimiento. Es el llamado contacto piel a piel. Han dejado de disfrutar de la seguridad y el calor que les regalaba el seno materno al tener que abandonarlo.
Pero esa primera expresión es sólo el principio de un cúmulo de abrazos y caricias que por derecho natural les pertenece.
El contacto estrecho en los primeros meses de vida es fundamental para la formación del carácter, ya que les brindará a los bebés una sensación de seguridad y protección.
Si carecen de muestras afectivas o no las reciben cuando las necesitan, el desarrollo de su personalidad será defectuoso y en casos extremos existirá una tendencia a las adicciones y muchas veces al suicidio, tanto en su adolescencia como en su vida adulta. Ya que esa sensación de miedo, abandono e inseguridad podría acompañarlos el resto de su vida.
Cuando un bebé llora debemos tranquilizarlo y reconfortarlo. Es un ser frágil y delicado a quien no se le debería privar del calor y el contacto del cuerpo materno o paterno.
Cuando se le ignora y no se le atiende se sentirá abandonado. Entonces el miedo, incluso el terror, harán presa en él.
Se ha demostrado que los bebés prematuros, en incubadora, se han mejorado más rápido cuando se les toca y acaricia a pesar de la barrera física.
Os mandamos un link muy interesante sobre un trabajo que evalúa los efectos del contacto temprano piel a piel en el amamantamiento, comportamiento y adaptación psicológica de la díada madre-recién nacido. Concluyen que los primeros ochos meses de vida son vitales, ya que el sistema nervioso es el más receptivo y los otros sentidos no están aún suficientemente desarrollados, así que la ausencia de contacto estrecho durante ese tiempo puede provocar lo irreparable.
Hace unos años, algunos investigadores observaron a niños de Uganda que permanecían hasta los doce meses de edad en estrecho contacto con sus madres, quienes los llevaban colgados a sus espaldas adonde fueran y amamantaban a su libre albedrío. Estos bebés mostraban un desarrollo psíquico superior al de niños estadounidenses y europeos de su misma edad, que permanecían mucho tiempo solos en la cuna.
En la actualidad, testimonios de expertos en psicología infantil han demostrado que el desarrollo de la inteligencia y la evolución anímica y espiritual son notablemente influenciados por el número de estímulos y atenciones afectivas que los niños han recibido desde su más temprana infancia.
Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda como una técnica saludable y con múltiples beneficios para la madre y el bebé cogerlo en brazos la mayor parte del tiempo posible.
Todo hombre o mujer que trae un bebé al mundo debe tener presente la importancia de brindar tiempo de calidad a sus hijos, ya que de ello depende la salud psíquica y moral del menor. Nada como abrazarlos todos los días con alma y corazón.
Fuente: Noticias Yahoo, Salud y consumo, por Reyna Arenas
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