Aunque he escrito antes sobre almas gemelas y aunque por mucho tiempo he leído sin gran apego los conceptos que se tienen de las mismas, he vuelto a dejar huella de mi propia idea del reencuentro con alguien, he vuelto a hablar de forma simple sobre el amor que conecta, el amor que como puente une dos mundos.
Somos almas creadas de forma individual, conectadas unas con otras a través del pensamiento y de la respiración, conformando de esta manera el alma colectiva. Esto es lo que hace posible que cada pensamiento individual tenga una resonancia o una influencia en la totalidad.
Entonces naces, única y diferente en un mundo de millones de almas, trayendo contigo un sello, una resonancia, un ritmo y una melodía que sólo serán captadas de forma perfecta por otra(s) alma(s) que también las posean. De manera que un día vas caminando por una de las concurridas avenidas de la gran ciudad o del pequeño pueblo donde vives, emitiendo ese sonido, esa vibración, únicamente audible para una sola persona en la multitud o para una sola persona en todo el mundo (aunque puede darse para varias a la vez). De repente se detiene frente a ti, el bus que estás esperando para regresar a casa y envuelt@ en pensamientos, observas dentro de él a un montón de gente que parece despierta pero que está dormida y al final, el brillo de unos ojos que jamás has visto te observa. Repentinamente sientes esa inexplicable conexión con el SER que está detrás de esa mirada y con el humano que le envuelve; tanta, que de inmediato sabes que encontraste una resonancia, una onda, un sello, un alma igual que la tuya. Poco importa si jamás le vuelves a ver porque esa mirada justifica y coordina todo lo que llegue después de ese extraño encuentro, que es algo al estilo James Blunt en su canción “You’re beautiful”.
Algo similar y guardando las diferencias puede sucederte incluso con una mujer o un hombre joven, con un bebé, con un niño o con un anciano, el físico o la edad se vuelven factores secundarios para comprender que sólo son dos almas que volvieron a encontrarse en cuerpos distintos, a través de la mirada y que volverán a hacerlo en el espacio/tiempo una y otra vez.
En los últimos años, con el auge del internet esta conexión es frecuente y por eso en el momento preciso dos personas desde puntos distantes o cercanos del planeta, hacen clic desprevenidamente en el mismo lugar y a la misma hora para re encontrarse. Y en una breve conversación, la resonancia o la onda trascienden la pantalla para hacerles sentir que están de nuevo juntas en la tierra, que los pactos hechos en el pasado fueron respetados, que los contactos físicos o no, están hechos de lo mismo, que siempre se trata de la fusión de electrones en movimiento, de un intercambio de pensamientos.
Sin embargo, en lo que he leído desde siempre respecto de las almas gemelas he encontrado algunas restricciones o mitos, mismos que he corregido aquí, únicamente para aclarar aun más el artículo y obviamente respetando tu punto de vista al respecto.
Mitos acerca de las almas gemelas:
- Su encuentro puede ser o puede no ser siempre desde el punto de vista romántico/sexual. Te pongo un ejemplo: mi hermana Loli (Liliana) y yo, somos almas gemelas. Nos comunicamos efectivamente de muchas maneras, una de ellas es a través de los sueños, en cualquier espacio o en medio de multitudes sin que nadie pueda darse cuenta. Con el sólo guiño de uno de mis ojos ella sabe perfectamente qué quiero decirle de cada situación. Es una comunicación perfecta. Esto lo he sabido desde que éramos niñas.
- Es por esto que las almas gemelas no necesariamente deben estar conformadas por hombre y mujer, pueden darse perfectamente entre el mismo sexo o entre personas asexuadas, ya que el espíritu no tiene género. Quizá un día después de 40 años de matrimonio, vayas al supermercado más cercano de tu barrio y mientras estás eligiendo el brócoli más verde, una persona de tu mismo sexo y con un aura tan brillante que te encandile, te acerque amablemente una bolsa para que envuelvas tu compra y quizá sólo eso sea suficiente para que te encuentres en sus ojos para siempre. Quizá después te preguntes: ¿Yo? ¿Pero cómo? Si yo nunca…
- Las almas gemelas enamoradas no siempre terminan juntas -físicamente hablando-. En algunos casos su misión no trasciende las rutas del corazón por inconvenientes necesarios para sincronizar los movimientos de otras vidas, de otras almas, de otros planetas.
- Tu alma gemela no es tu complemento, porque tú eres la unidad. Eres masculino y femenino, eres un ser completo, por lo tanto no tienes que buscar ninguna mitad. Lo contienes todo incluso a ella misma. Es algo así como lo que escribió el poeta persa Rumi: “Los amantes no se encuentran finalmente en algún sitio. Ellos están el uno en el otro desde el principio.”
- Así como tú no estás libre de recuerdos, tu alma gemela tampoco. Por eso es posible que enfrenten los tropiezos de cualquier relación o es posible que no. Sin embargo estas dificultades son enfrentadas de forma amorosa, elevada, constructiva.
- Tal vez tengas una prueba difícil a través de tu alma gemela, tal vez debas sanar tu oscuridad a través suyo y esto hará que muchas cosas suyas te lastimen, te hieran, te duelan, tal vez él/ella esté en tu vida sólo para enseñarte algo a través de esos breves viajes entre el dolor y la alegría, entre la guerra y la paz, entre el cielo y el infierno.
- No tienes porqué buscar tu alma gemela. El encuentro debe darse de manera espontánea. Toda búsqueda implica carencia y tú no careces de nada. Por eso tu misión es: sanar minuto a minuto con las 4 palabras que curan: lo siento, perdóname, gracias, te amo, y caminar a través de la ruta o del puente que señala tu corazón. Entonces el amor vendrá.
Te envío un TE AMO con eco, que te recorra como una brisa, que tienda puentes y abra caminos por tus cuatro puntos cardinales y que a la vez te deje totalmente en blanco, sin pensamientos, sin porqués, sin respuestas, sin soluciones, sin esperanzas, sin dolores, sin necesidades, sin nada. Un TE AMO que te deje literalmente desnud@ en manos de lo divino.
Gracias por leerme.
© Todos los derechos reservados. Vivi Cervera 2013.
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