Una escritora china y yo nos preparábamos para hablar en un encuentro de libreros americanos. La escritora, extremadamente nerviosa, me comentaba:
—Si ya es difícil hablar en público, imagine entonces tener que explicar su libro en otro idioma.
Le pedí que no siguiera, o acabaría poniéndome nervioso yo también, pues su problema era igual al mío. De repente se dio la vuelta, sonrió, y me dijo bajito:
—Todo irá bien, no se preocupe. No estamos solos: mire cómo se llama la librería de la mujer sentada detrás de mí.
En la placa de aquella mujer ponía: “Librería de los Ángeles Reunidos”. Tanto mi compañera como yo conseguimos hacer una excelente presentación de nuestros trabajos, pues los ángeles nos habían dado la señal que estábamos esperando.
www.paulocoelhoblog.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario