A medida que buscamos la autenticidad en nosotros, vamos sintiéndonos libres, vamos refinando nuestra energía, vamos aumentándola, aparece el discernimiento y éste se vuelve claro, como también percibimos más la intuición. En definitiva, nos alineamos con lo que verdaderamente somos y hay en nuestro corazón. Y al mismo tiempo que nos sucede todo esto, también llega un momento en el que uno no puede estar cerca de la energía que no es auténtica, por ejemplo, cerca de personas que mienten, de personas que su único interés es sentirse superiores a los demás, de personas que muestran su orgullo, que te miran por encima del hombro, de personas que únicamente se fijan en el aspecto externo, o por lo que se tiene o se deja de tener.
Conforme vamos tomando conciencia de que todo eso no resuena con nuestra vibración, con nuestro deseo de vivir en la verdad, en la libertad, y en el amor, vamos identificando ese grado de energía más denso. Y lo reconocemos por la forma que nos hace sentir. Estar cera de una situación tensa, o de personas que ocultan, fingen o mienten, hace que te sientas herido, triste, incómodo, en cierta manera se te queda mal cuerpo, no puedes con ello.
Desprendámoslos con amor porque ya aprendimos, ya entendimos cómo el juego del ego manipula la mente y el corazón de aquellos que todavía están vinculados fuertemente y únicamente al mundo materialista. Liberémonos con amor de esas situaciones que no vibran en el mismo nivel de conciencia y así, y de forma automática iremos atrayendo a nuestra vida situaciones y personas que sí vibren dentro de nuestra misma frecuencia para seguir aprendiendo con mayor entrega y amor.
©Luhema
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