Un viejo ermitaño fue invitado en cierta ocasión a ir a la corte del rey más poderoso de su tiempo.
-Yo envidio a los hombres santos, que se conforman con tan poco –comentó el soberano.
-Yo le envidió a Su Majestad, que se contenta con menos aún que yo. Yo tengo la música de las esferas celestes, tengo los ríos y las montañas del mundo entero, y tengo la luna y el sol, porque llevo a Dios en mi alma.
Su Majestad, sin embargo, apenas tiene este reino.
Paulo Coelho.
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