Si de veras llegásemos a poder comprender, ya no podríamos juzgar. André Malraux.
Cuando Bankei celebraba sus semanas de meditación en reclusión, venían muchos discípulos de todo el Japón a participar. Durante una de estas reuniones un alumno fue sorprendido robando. Le explicaron el asunto a Bankei pidiéndole que expulsara al culpable. Pero Bankei ignoró el caso.
Más tarde el discípulo fue descubierto en otro robo, y de nuevo Bankei ignoró el asunto. Esto enfureció a los otros alumnos, quienes escribieron una petición exigiendo la expulsión del ladrón, diciendo que de lo contrario se retirarían en bloque. Cuando Bankei hubo leído la petición los llamó a todos. “Sois prudentes”, les dijo. “Sabéis lo que es bueno y lo que es malo. Podréis iros, si queréis, a otro lugar a estudiar, pero este pobre hermano ni siquiera sabe distinguir entre el bien y el mal. ¿Quién se lo va enseñar si yo no lo hago? Voy a retenerlo conmigo incluso si todos vosotros me dejáis”.
Un torrente de lágrimas bañó el rostro del joven ladrón. Todo deseo de robar había desaparecido.Tomado del libro: “Consideraciones Desconsideradas”.
Efraín Hoffmann
VÍA AGENDA PRODUCTIVA
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