Veo una bella piscina natural cerca a la aldea Babinda, en Australia. Se acerca un aborigen.
—Tenga cuidado de no resbalar —dice. “El pequeño lago está circundado de rocas, pero estas son aparentemente seguras y se puede caminar por ellas”.
—Este lugar se llama Piscina del Diablo —continúa el chico—. Hace muchos años, Oolona, una bella nativa casada con un guerrero de Babinda, se enamoró apasionadamente de otro hombre. Huyeron juntos a estas montañas, pero el marido consiguió alcanzarlos. El amante escapó, mientras que Oolona era asesinada aquí, en estas aguas. “Desde entonces, Oolona confunde a todo hombre que se acerca con su amor perdido, y lo mata con sus brazos de agua”.
Más tarde, pregunto al dueño de un hotel acerca de la Piscina.
—Puede ser superstición —comenta—. Pero el hecho es que en estos últimos diez años han muerto allí once turistas, y todos hombres.
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