De una manera u otra, todos hemos tenido experiencias difíciles en la vida. Esto forma parte de nuestro viaje por esta tierra, y aunque a menudo pensamos que “las cosas hubieran podido ser diferentes”, el hecho es que no podemos cambiar el pasado. Por otra parte, es una falacia que todo lo que nos sucede tenga su lado bueno; existen cosas que dejan marcas muy difíciles de superar, heridas que sangran.
¿Cómo librarnos, entonces, de nuestras experiencias amargas? Solo existe una manera: viviendo el presente. Entendiendo que, aunque no podamos cambiar el pasado, sí podemos cambiar la próxima hora, lo que sucederá, las decisiones que tomaremos antes de dormir.
Como dice el viejo proverbio hippy: “Hoy es el primer día del resto de mi vida”.
PAULO COELHO
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