Es importante entender que todo ser humano es un ser
espiritual que tiene una chispa divina y que esa chispa divina
es nuestra; todo lo que tenemos en el mundo de afuera, del
mundo exterior, es prestado. No se debe confundir lo que
hemos adquirido con lo que es de nuestro ser.
Pero, muchas veces, lo propio de nuestro ser es el miedo y el
prejuicio. El mago por eso debe saber abandonar todo lo que
no le pertenece. Debe tener siempre el valor de ser él
mismo. El mago se involucra en el experimento vital que lo
absorbe. Las experiencias fuera de nosotros son solamente
de referencia. Nuestra vida es el único instrumento de
experimentación real.
La experiencia mayor, más grande, más importante está en la
vida nuestra y no en lo que generalmente ponemos más
atención: el mundo exterior.
En este proceso el aprendiz de mago se encuentra con la
sombra; con “sapos y culebras”, pero tiene que mantener el
valor de enfrentar los fantasmas de la conciencia. Estos
fantasmas a veces asustan tanto que las personas dejan de
conocerse, de buscarse, de encontrarse. Tienen miedo de
encontrar más cosas. Pero no importa lo que encuentren, no
hay recetas ni fórmulas para vivir el experimento de la vida.
Es preciso entrar dentro de nosotros pues la vida no es un
problema a ser resuelto sino un misterio para ser vivido; pero
qué misterio tan hermoso. Si uno supiera cómo es su vida de
antemano, si todo lo tuviera resuelto desde que es niño, no
valdría la pena vivir. Sería una vida aburrida y sin sentido. Por
eso, ahora necesitamos aspirantes a mago, que cambien
radicalmente su actitud ante la vida.
No alentemos duda sino certeza. No alentemos el pesimismo
sino el optimismo razonable. A veces las cosas no salen tan
bien como esperamos pero es muy importante que el mago
sepa que su optimismo debe estar basado en posibilidades
reales y que su trabajo no debe terminar nunca aunque las
cosas no se resuelvan.
Por eso el mago va más allá de la apariencia y dice “no es lo
que veo, es lo que siento”, porque muchas veces las
apariencias engañan pero si desarrollamos un sentido de
penetración, un sentido de discernimiento para ver más allá
de la apariencia podemos entonces entender muchas cosas
que de otra manera nunca entenderíamos. Porque tenemos
que escoger lo bueno de la vida y, para poder escoger,
tenemos que interiorizarnos en ella. Sabemos ya que bueno
es lo que llena una necesidad verdadera. El ser humano está
lleno de necesidades. Hay tantas necesidades artificiales que
muchas veces no se sabe cuáles son realmente las
necesidades verdaderas y cuáles son las falsas.
Por eso, los aprendices de mago, siempre pausan y antes de
querer algo, de pedir algo, piensan si lo que buscan es justo,
inteligente y necesario.
de EL LIBRO DE LOS MAGOS
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