Es curioso como la vida te enseña. Aprendes a entender silencios, a captar su esencia, a valorar el sonido de la no-palabra... del no-ruido.
Esto conlleva entender silencios que aparecen, de repente, en tu camino. Silencios forzados por la pérdida de un ser querido. Silencios negados por una mentira. Silencios de una mirada que complementa la tuya propia. Todo forma parte de nuestra existencia.
El silencio no es más que el remanso de paz, de quietud, de calma y sosiego, de conocimiento de uno mismo. Y éste, en consecuencia, te hace crecer... te hace aprender a sobrevivir... a conocer a los demás una vez has explorado ya, por fin, tu propio Yo.
Elia Guardiola
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