viernes, 11 de enero de 2013

O LA RELIGIÓN SE TRANSFORMA...O RESULTA MUY PESADA...♥








Sé que me repito, que éste es en mis escritos un tema recurrente… Pero lo considero tan importante que prefiero volver a él a menudo para tratar de aclararlo lo máximo posible: la religión no puede reducirse al voluntarioso cumplimiento de unas normas u obligaciones… La religión cargada de espiritualidad debe ser una experiencia de transformación, una auténtica metanoia, un cambio interior que se manifieste también en lo exterior, en nuestra conducta.

Si no es así, resultará una caricatura, una falsificación, un intento desesperado de vivir la vida de otro. Tal vez por esta apreciación me repele un poco el título de una obra clásica de la espiritualidad cristiana: “La imitación de Cristo”. Coincido con Anthony de Mello en que “no es cuestión de imitar a Cristo, es cuestión de convertirse en quien fue Él”. No hay que ser como Cristo, hay que ser otro Cristo, el mismo Cristo… Hay que posibilitar su nacimiento y crecimiento en nuestro interior.

Este didáctico jesuita nacido en India expone en su obra-conferencia “Despierta” una plástica imagen de las dos formas que hemos mencionado de vivir la religiosidad. Copio el texto íntegramente porque me parece difícilmente mejorable:

“Supongamos que tienes que viajar a una ciudad distante. El coche se avería a lo largo del recorrido. Bueno, es una pena; el coche se ha estropeado. De modo que nos remangamos y empezamos a empujarlo. Empujamos, y empujamos y empujamos hasta llegar a la lejana ciudad. «Bueno –decimos-, lo hemos conseguido». ¡Y entonces seguimos empujando el coche hasta otra ciudad! Y dices: «Bueno, la verdad es que hemos llegado». Pero, ¿puedes llamar vida a eso? ¿Sabes qué necesitas? Necesitas un experto, necesitas un mecánico que levante el capó y cambie las bujías. Después le das al contacto y el coche arrancará. Necesitas un experto, necesitas entender, comprensión, conciencia; no necesitas empujar”.

Si tú no sabes cómo reparar el motor, empuja hasta encontrar al mecánico que pueda ayudarte… Y desconfía del supuesto experto que, en lugar de abrir el capó te diga: “sigue empujando, que yo estaré a tu lado para animarte”. Como ves, también hay mecánicos ineptos… Y pueden hacer mucho daño.

Hay que empujar lo justo, lo necesario para que el coche arranque o para llegar a un taller. Pero no intentes hacer todo el camino empujando porque, salvo que seas un nuevo Hércules, lo más probable es que te quedes en la cuneta, rendido por tanto esfuerzo.

Ponte en marcha, el Camino te espera… Disfruta del viaje.

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VÍA YO EVOLUCIONO

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