El día que llevaron a cabo su plan, Hyakujo no probó bocado. Lo mismo hizo al día siguiente, y al otro.
Los monjes pensaron:
- Debe estar enfadado porque hemos escondido sus herramientas.
- Tal vez sería mejor que se las devolviéramos.
Así lo hicieron. Al día siguiente, el maestro trabajó y comió como solía hacer antes.
Por la tarde dijo a sus discípulos:
- Quien no trabaja, no come.
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