El monje Shuan siempre alertaba a sus discípulos sobre la importancia del estudio de la filosofía ancestral. Uno de ellos, conocido por su fuerza de voluntad, anotaba todas las enseñanzas de Shuan y pasaba el resto del día reflexionando sobre los pensadores antiguos.
Después de un año de estudios el discípulo cayó enfermo, pero continuó asistiendo a las clases.
—Aunque esté enfermo, continuaré estudiando. Estoy persiguiendo a la sabiduría y no tengo tiempo que perder —le dijo al maestro.
Shuan indagó:
—¿Y cómo sabes que la sabiduría está delante de ti y que es necesario estar siempre corriendo tras ella? Quizás ella esté caminando detrás de ti, queriendo alcanzarte, y de alguna manera tú no la dejas. Relajarse y dejar fluir los pensamientos es también una manera de alcanzar la sabiduría.
PAULO COELHO
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