Muchas personas consumen su vida entera buscando la felicidad sin encontrarla nunca, simplemente porque no miran en el lugar adecuado. Nunca podremos ver una puesta de sol si estamos mirando hacia el Este y nunca encontraremos la felicidad si la buscamoss entre las cosas que nos rodean.
El cuento del tallador de lápidas te enseña que la felicidad no depende de lo que cambies en tu vida… salvo que te cambies a ti mismo.
Leamos, hoy, este cuento sobre un hombre que que cortaba y tallaba rocas para hacer lápidas. Se sentía infeliz con su trabajo y pensaba que le gustaría ser otra persona y tener una posición social distinta.Un día paso por delante de la casa de un rico comerciante y pensó que le gustaría ser exactamente como él, en lugar de tener que estar todo el día trabajando en la roca con el martillo y el cincel.Para gran sorpresa suya, el deseo le fue concedido y de este modo se halló de pronto convertido en un poderoso comerciante, disponiendo de más lujos y más poder de los que nunca había podido soñar. Al mismo tiempo también era envidiado y despreciado por los pobres y tenía igualmente más enemigos de los que nunca soñó. Entonces vió un importante funcionario del gobierno, transportado por sus siervos y rodeado de una gran cantidad de soldados. Todos se inclinaban ante él. Sin duda era el personaje más poderoso y respetado del reino.
El tallador de lápidas, que ahora era comerciante, deseó ser como aquel alto funcionario, tener abundantes siervos y soldados que lo protegieran y disponer de más poder que nadie. De nuevo le fue concedido su deseo y de pronto se convirtió en el hombre más poderoso de todo el reino ante quien todos se inclinaban. Pero el funcionario tanbién era la persona más temida y odiada en todo el reino y precisamente por eso necesitaba de tal cantidad de soldados.
Mientrás tanto el calor del sol le hacía sentirse incómodo y pesado. Entonces miró hacia arriba, viendo al sol que brillaba en pleno cielo azul y dijo: ¡Qué poderoso es el sol! ¡Cómo me gustaría ser como el sol! Antes de haber terminado de pronunciar la frase se había ya convertido en sol, iluminando toda la tierra. Pero de pronto surgió una gran nube negra, que poco a poco fué tapando al sol e impidiendo el paso de sus rayos. ¡Qué poderosa es esa nube! – pensó – ¡cómo me gustaría ser como ella!.
Rápidamente se convirtió en la nube, anulando los rayos del sol y dejando caer la lluvia sobre los pueblos y campos. Pero luego vino un fuerte viento y comenzó a desplazar y a disipar la nube. ¡Me gustaría ser tan poderoso como el viento!, pensó, y automáticamente se convirtió en el viento. Pero aunque el viento podía arrancar los árboles de raíz y destruir pueblos enteros, nada podía contra una gran roca que había allí cerca. La roca se levantaba imponente, resistiéndo inmóvil y tranquila la fuerza del viento. ¡Qué potente es esa roca! – pensó – ¡cómo me gustaría ser tan poderoso como ella!
Entonces se convirtió en la roca, que resistía inmóvil al viento más huracanado.
Finalmente se sentía feliz, pues disponía de la fuerza más poderosa existente sobre la tierra. Pero de pronto oyó un ruido. Clic, Clic, Clic. Un martillo golpeaba a un cincel, y éste arrancaba un trozo de roca tras otro. ¿Quién podría ser más poderoso que yo?, pensó, y mirando hacia abajo, la poderosa roca vió… al hombre que hacía lápidas.
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