“Un hombre soñó cierta vez con un ángel, que le decía: mañana empezará a llover y tu aldea será inundada, pero tú te salvarás”.
Efectivamente, al día siguiente empezó a llover. Un equipo de socorro visitó casa por casa, evacuando a los habitantes, ya que había peligro de inundación. Todos salieron menos aquel hombre, que decía al miembro de Defensa Civil: “Soñé con un ángel y él me dijo que me salvaría”.
Un día después, el agua ya cubría la primera planta de las casas. Un segundo equipo de socorro fue para intentar rescatar al hombre, que nuevamente se rehusó a salir, alegando que había recibido la señal de un ángel y tenía que mostrar su fe al mundo.
Al tercer día, la situación ya era crítica, y el hombre estaba solo, encaramado en el tejado de la casa, mientras el agua subía sin parar. En un esfuerzo desesperado, un equipo de rescate intentó una vez más retirarlo de allí, pero nuevamente él se negó, llamándolos demonios, gritando que querían obligarlo a negar la señal del ángel. Poco tiempo después el agua cubrió el tejado y el hombre murió ahogado.
Como era muy buen cristiano, fue al cielo y encontró a san Pedro, que lo invitó a entrar. El hombre se rehusó, diciendo que Dios lo había engañado; le había enviado un ángel diciendo que se salvaría cuando en verdad había resultado el único muerto de la aldea .
San Pedro le dijo que Dios no mentía, y prometió volver con explicaciones. Entró en el Paraíso y retornó media hora después, diciendo:
“Realmente Dios mandó un ángel para avisarle que sería salvado. ¡Pero me dice que usted rehusó, por tres veces, el socorro que Él le envió bajo la forma de equipos de rescate!”.
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