Generalmente pensamos que rechazar la gratificación instantánea es entregar algo, pero en realidad lo único que sacrificamos es el vacío y el arrepentimiento a cambio de un flujo de energía y alegría más balanceado y consistente.
No perdemos nada al renunciar a la gratificación instantánea ya que obtenemos mucho más sólo por tomar decisiones diferentes.
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