En estos momentos difíciles todos queremos ayudar. Todos queremos eliminar el sufrimiento de otros. Todos queremos arreglar lo que está mal. Pero desafortunadamente, no todos nosotros podemos hacer esto, al menos no directamente.
Así que, ¿qué podemos hacer?
Primero, podemos recordar que la conciencia lo es todo y que nuestros pensamientos y acciones tienes ramificaciones que van más allá de lo que podemos ver con nuestros ojos. Así que aunque estemos al otro lado del mundo de un campo de batalla físico, aún así podemos enviar nuestras oraciones y amor a esos lugares que necesitan esta energía positiva, con la certeza de que nuestros esfuerzos marcan la diferencia incluso aunque no lo veamos inmediatamente.
También podemos recordar que aunque no estemos en medio de una lucha física, como miembros de la raza humana somos miembros de la eterna batalla de la conciencia. Todos los días, cada uno de nosotros lucha su batalla con nuestro Deseo de recibir para sí mismo, con esa voz de nuestro ego que nos dice que nos molestemos, que seamos egoístas, ansiosos, que juzguemos, y tengamos miedo; con esa fuerza que causa que tratemos a otros con menos que dignidad humana.
Pero si podemos trabajar en luchar esta batalla y si podemos hacer nuestro trabajo espiritual con conciencia, amor y perseverancia, entonces sabremos que estamos marcando la diferencia a gran escala.
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