En ningún caso cambiaría las risas de mi corazón por las riquezas de las multitudes; ni me contentaría con convertir en quietud a las lágrimas de mi agonía interior. Es mi ferviente deseo que toda mi vida en esta tierra sea por siempre de lágrimas y sonrisas.
Las lágrimas que purifican mi corazón y me revelan el secreto de la vida y sus misterios, La risa que me acerca a mis prójimos; Las lágrimas que me unen a los desdichados, La risa que simboliza la dicha de mi propio ser. Prefiero mil veces la muerte feliz antes que una vida vana e inútil.
Un ansia eterna de amor y belleza es mi deseo; ahora sé que los favorecidos no son sino desdichados, pero para mi espíritu los suspiros de los amantes son más reconfortantes que la melodía de una lira.
La flor envuelve sus pétalos al oscurecer y el Amor la arrulla, y al amanecer abre los labios para recibir los besos del Sol anunciados por fugaces cúmulos de nubes que llegan y se van.
La vida de las flores es esperanza y logros y paz; es de lágrimas y risas.
Se evaporan las aguas y ascienden hasta convertirse en nubes que se arraciman en los picos y los valles; y al enfrentar la brisa, cae sobre los campos y se confunde con los arroyos que corren dichosos hacia el mar.
La vida de las nubes es una vida de reuniones y despedidas; de lágrimas y sonrisas.
Así el alma se separa del cuerpo y se dirige hacia el mundo material, transitando como una nube por los valles de tristeza y las montañas de felicidad, hasta que enfrenta a la brisa de la muerte y retorna a su lugar de origen, ese océano infinito de amor y belleza que es Dios.
VÍA BLOG BRISA ANDINA
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